sábado, 9 de marzo de 2013

Políticas discursivas en el humor cordobés







A veces el humor es una fuerte herramienta de crítica social, tal vez más poderosa en algunos casos que el discurso de la "seriedad". Es cierto que las revoluciones no se hacen con chistes, pero, también lo es, que el humor estuvo desde sus inicios engarzado a la búsqueda del hombre por la plenitud de su ser y la verdad e incluso en las culturas dominadas por penetrar en el reino de universalismo "canarnavalesco", como dice Bajtin, allí cuando los plebeyos podían en sus épocas de fiestas invertir los roles sociales, lo "alto" por  "lo bajo y viceversa.
Sucede que, como señala Flores "El humor es una lente privilegiada para el estudio de una cultura, ya que se produce, precisamente,como una respuesta no habitual, rupturista o cuestionadora de las reglas que la rigen: los discursos hegemónicos y sus condiciones de posibilidad, de producción y de recepción, las reglas de interacción social, de géneros discursivos, de lenguaje, de cierta racionalidad. Esta  ruptura social con ciertas reglas, pone de manifiesto lo que está naturalizado (Flores, 201: 7).
En Córdoba, el humor tuvo desde sus orígenes esta impronta "revolucionaria", en las pequeñas "letrillas" que empezaron a circular después de la revolución de mayo de 1810, que usaban los pobladores para criticar a sus autoridades o superiores, tanto criollos como españoles (Ver Navaro, 2010:485). Esta forma de crítica social sitúa un precedente de lo que después será el grafitti de humor (tan característico en nuestra Ciudad) y también de esta época datan los cánticos populares de humor, a veces de tinte político y otras simplemente chocarrón, vulgar, soez, o "picaresco" (como podemos ver en el estudio de Vigiano Essain: Cancionero Popular de Córdoba), que tal vez es un antecedente del espíritu cómico de nuestra música popular cordobesa (el cuarteto).
Tan poderoso es el humor que , según López Vigil “ante la risa no hay arma que valga. Mientras más se defiende el criticado, más aumenta su ridículo. En los carnavales, con máscaras y bailes, nuestros pueblos aprendieron a satirizar a los conquistadores y a los malos gobernantes. Burlándose de ellos, les perdieron el miedo. Porque la risa moviliza. La risa permite acumular fuerzas para luchar y vencer al enemigo […] la risa es subversiva (Flores, 2010: 198).
Hay distintos tipos de humor y son distintas las posibilidades de explotar el rasgo "subversivo" de este género.
En la primera viñeta, "Jerónimo" de Salas, se produce una ridiculización satírica del fundador de nuestra Ciudad, podríamos calificarlo como "burlesco":

El burlesco es una modalidad cómica desmesurada que consiste en la imitación paródica de personas, costumbres, instituciones, valores, etc., convirtiéndolos en objeto de mofa ante los espectadores o lectores. Este efecto de burla puede producirse, por ej., cuando un personaje grave o memorable (o un acontecimiento importante) aparece en un contexto ridículo, utilizando un lenguaje trivial o chocarrero y unos gestos o atavíos vulgares, o al revés […] (Demetrio, 1999: 107).  
El personaje de Jerónimo Luis de cabrera es ridiculizado porque siempre está ataviado como si fuera a guerrear o a conquistar ciudades, pero no hace otra cosa que resolver problemas banales y hasta absurdos con los indios que siempre, valiéndose de su ingenio, le "toman el pelo". Muchas veces es el animalito que lo acompaña (especie de gallina), el que le dice qué debería hacer para no ser "engañado" por los indios y poder gobernar en paz.
En el caso del pobre jubilado de "Peyro", lo que se produce es una sátira: 
Para Adolfo Colombres (citado por Ávila) “en la sátira, la risa que produce en los presentes es un voto por su aniquilación. Mientras el objeto de humor se revela tan solo como inconsistente, incompleto, débil o contradictorio, en el de la sátira desaparece toda ambigüedad pues se trata de una condena que no deja resquicio alguno a la simpatía ni a la duda" (Ávila, 2010: 173).
El efecto de esa condena recae sobre el objeto de la burla: los políticos que no permiten a los jubilados vivir con dignidad su vez. Éste humor no provoca una carcajada sino una sonrisa, hasta levemente dolorosa, es un humor más bien "serio", como el caso de "Caito" de Gómez y Chumbi. 
Este tipo de humor juega con la moral de la clase media que descalifica siempre al pobre (lo vimos en otro "post"), se basa en el acuerdo de un código compartido por el emisor y receptor: la sociedad de Córdoba, en las conductas frecuentes de una gran parte de esa sociedad. Para Eco:En el humorismo, en cambio, la descripción de la regla debería aparecer como una instancia, aunque oculta, de la enunciación, como la voz del autor que reflexiona sobre las disposiciones sociales en las que el personaje anunciado debería creer. El humorismo, por tanto, excedería en distanciamiento metalinguístico (Eco, 376. ). En este caso, ocurre que "cuando el énfasis se coloca en lo cómico, lo desencadenante es la risa; pero cuando se coloca en lo reflexivo, el humor se hace escéptico, incluso serio" (Flores, 2010: 111).

Bibliografía crítica: 

Ávila, Ximena: “sátira” en Diccionario crítico de términos de humor y breve enciclopedia de la cultura humorística argentina. Ferreyra Editor, 2010. Córdoba.   

Eco, Humberto, “lo cómico y la regla” en “la estrategia de la ilusión”. Ed. De Bolsillo. 2012.  
Calderón, Demetrio, Diccionario de términos literarios, 1999. Madrid, Alianza. 
Flores, Ana B. “Tipos de humor” en Diccionario crítico de términos de humor y breve enciclopedia de la cultura humorística argentina. Ferreyra Editor, 2010. Córdoba. 
Navarro Cima, Stella. "Aproximaciones al humor de Córdoba" en Diccionario crítico de términos de humor y breve enciclopedia de la cultura humorística argentina. Ferreyra Editor, 2010. Córdoba.   

  




sábado, 2 de marzo de 2013

La búsqueda de un relato o el legado de Bukowski en Córdoba



Más allá de la simpatía de la genial intervención artística del grupo cordobés "Callejón con Salida", esta mural muy bien ilustra la relación del artista con el compromiso social: relación que no siempre es panfletaria, partidaria o partícipe de un realismo social  de denuncia explícita sino que toma diversos matices. En este "post" veremos cómo la novela Chozas reconstruye un escenario marginal para dar cuenta de la desigualdad económica provocada por el período neoliberal y ser portadora de un reclamo social encarnado en la búsqueda de un escritor por la palabra escrita, por la identidad. 

Cuando hablamos de “imaginario” nos referimos a aquello que “funciona sobre la base de las representaciones como una forma de traducir una imagen mental, una realidad material o una concepción”. En la formación del imaginario se sitúa nuestra percepción transmutada en representaciones a través de la imaginación, “proceso por el cual la representación sufre una transformación simbólica, por eso la fuerza creativa del imaginario yace en su carácter dinámico y en la superación de la simple representación” (V. Hiernaux, 1996:20).

En este trabajo, pretendo demostrar cómo la construcción del  “otro” social en la literatura, es un imaginario determinado donde el individuo (escritor), siempre ya mediado por el sujeto literario (narrador, poeta), media a su vez la relación con el objeto (pobreza) en torno a sus especulaciones y sus posturas personales, ya sean éstas: filosóficas, sociales, políticas, éticas o estéticas.
En el caso de Pablo Giordano, el imaginario de la subalternidad de su novela Chozas, se cimienta en torno a la búsqueda de su lugar como escritor. Este relato de iniciación autobiográfico narra las vicisitudes de un adolescente y sus pares en su camino hacia la madurez. La pobreza circundante se plasma en la geografía humilde de un barrio cordobés -2 de abril- de tapiales de chapa donde el narrador y sus amigos están, por esa razón, más próximos a la violencia, a las drogas y a la sexualidad precoz que otros jóvenes de su edad.
La novela sigue la línea del “realismo sucio” caracterizado por la descripción de la clase baja, a través de un lenguaje crudo –incluso vulgar y soez- sin ningún tipo de adorno retórico y en un estilo minimalista que aumenta la velocidad narrativa y donde no existen “buenos y malos”  ni héroes sino personajes comunes enfrentados a situaciones comunes y hasta incluso banales.
La novela está articulada en torno a la –casi obsesiva- búsqueda de un relato, de un material “digno de ser contado”. Entre estupefacientes y una angustia progresiva sellada no sólo por la carencia material sino también por el sentimiento de soledad de su generación –marcada por las lecturas de Pessoa-, el protagonista pronto descubre que su musa no es otra que su entorno, sin idealizar.
“No quiero exagerar ni mistificar algo que más bien tiene que ver con la carne. La vida es ese olor.  La vida hecha de sacos repletos de sueros, flujos, sustancias de la madrediosa inalcanzable resolución de la infancia, es eso y no otra cosa.” (Giordano, 2011: 183).
El realismo sucio latinoamericano, sucesor del dirty realism estadounidense, expresa las consecuencias del proceso de adopción del capitalismo en los países latinos y, sobre todo, el problema más grande que dicho proceso ha producido: la pobreza y la miseria humana. En particular esta novela se centra en la década del 90, el período “menemista” donde el esquema neoliberal del gobierno provocó un vaciamiento sistemático de los fondos públicos: la privatización de las empresas y el aumento de la deuda externa, aumentaron vertiginosamente los niveles de pobreza en el país. El desencanto de los jóvenes con la política fue una de las consecuencias de este modelo económico, entonces (refiere Giordano) “No cazábamos ni una. Ni del país, ni de Rimbaud, ni de Vinicius, ni de Fogwill. La única revolución a la que aspirar: el rincón de la pieza donde resplandecía la biblioteca” (Giordano, 2011: 211).
Los escritores que siguen este movimiento descubren que “lo bello no es sinónimo de lo hermoso, sino de aquello que permite vivir” (Del Carmen, 2012, s/d). El “cross a la mandíbula” arltiano es una buena metáfora del estilo que se busca, lo que Giordano llama “la máquina sangrante”. Si Bukowski escribió en los márgenes de los diarios cuando vivió en un contenedor de basura (refiere la novela), también podía él hacerlo en esas condiciones.
La decadencia del narrador y sus amigos los llevó  a leer a Mallarmé, a los surrealistas, a soñar con el encuentro de la palabra escrita como, tal vez, su única salvación. Escribir, para él es  “no saber vivir, masticar la vida como un perro a un trapo, hacernos un agujero para olernos por dentro, despanzurrarnos, sin querer, a lo tonto, como una niña desesperada en un laberinto de espejos rotos” (Giordano, 2011: 218).  Este “olerse por dentro”, es narrarse a sí mismo, la concreción del encuentro con el relato que Giordano logra al final de su novela: “Tengo que contar bien lo de las chozas y dejar de escribir boludeces. Si quiero ser escritor más vale dejar el alma y el cuerpo en esto, contar todo, que se vaya todo a la mierda” (Giordano, 2011: 236).
Lo que descubre el escritor  latinoamericano en el “realismo sucio” es que es posible darle entidad a la miseria de su entorno, abordarla directamente sin escaparates (2) darle voz a los sin voz.




Bibliografía:

Alabarces, Pablo y Añón, Valeria. “¿Popular (es) o subalterno (s)? De la retórica a la pregunta por el poder” en Rodríguez, Pablo y G. María (compiladores.),  Resistencias y mediaciones. Estudios sobre cultura popular. Bs. As.: Ed. Paidós.  2008.
Hiernaux, Daniel. "Los imaginarios urbanos: de la teoría y los aterrizajes en los estudios” en. Revista Eure, XXXIII. Pp. 17-30. 1996.
Del Carmen Gutiérrez, Martina. “Realismo sucio: belleza, basura y desmoralización”. Disponible en internet: http://www.slideshare.net/AnaMartinez14/realismo-sucio-belleza-basura-y-desmoralizacin . 2012.
Giordano, Pablo. Chozas. Córdoba: Ediciones Ciprés.  2011.




(1) Utilizamos la palabra “subalterno” para referirnos a la marginación social. En este sentido cabe aclarar que “subalterno” refiere a “de “rango inferior” y se usa para marcar  la subordinación expresada  en términos de clase, casta, edad, género, ocupación en cualquier otra forma lo que incluye a los “subordinados” por causas económicas: “desocupados, subempleados, vendedores ambulantes, gentes al margen de la economía del dinero, lumpen y ex lumpen de todo tipo, niños, desamparados, etcétera.” (Alabarces y Añón, 2008: 285)

(2) El "realismo sucio" surge precisamente como un rechazo al "realismo mágico". Se trata de hablar sin rodeos de la miseria de las sociedades latinoamericanas de las posdictaduras. 

viernes, 1 de marzo de 2013

A la sombra de las tipas: Deseo, poder y placer


 
 

Según el léxico cordobés, se le llama "tipas" a los árboles que adornan de lado a lado La Cañada. " Desde el norte de América del sur a la provincia de Tucumán. Córdoba no es su ambiente nativo pero las Tipas de La Cañada se adaptaron muy bien, hasta su corteza negruzca disimula el hollín de los autos. De día las Tipas son el filtro del sol, dejando pasar apenas hilos de luz que luego se llevará el arroyo; de noche las Tipas son los quietos testigos guardaespaldas mudos de las prostitutas de Güemes" (Fuente: "Nosotros los Cordobeses", web)


Por extención, se les suele llamar directamente "tipas" a las prostitutas que trabajan en el centro de nuestra Ciudad. El libro de Cristina Luz, Orgasmo, es una "autobiografía bárbara" donde la protagonista y escritora refiere su propio pasado de condena y pesadumbre a causa de la práctica del "oficio más viejo del mundo". Con prólogo acertado, pero no muy expeditivo, de la vocera principal del Consejo de la Mujer provincial, la sra. Olga Riutort, este libro es una joyita de nuestra producción literaria, y no lo es por la estética de la prosa en sí, sino por la problemática que actualiza: la explotación sexual de la mujer en un país que, lamentablemente, está marcado por la violencia de género (los números de "feminicidios"- ya reconocidos por el código penal vigente- aumentan con cifras escalofríantes y nadie olvida el triste deambular de la mamá de Marita Verón buscando una justicia que no llega). Desde el punto de vista estrictamente formal, la narración es simple y frontal y gana en velocidad narrativa a medida que pierde cuando inútilmente busca un tono poético que no encuentra. Podría encuadrarse genéricamente en la línea de los relatos de la "no ficción", que genialmente fueron expuestos por el gran Rodolfo Walsh. Aquí se describe un hecho ilícito desde el punto de vista policial, pero quien lo ejerce difícilmente podría ser calificado como victimario para quien lo lee, más bien está del lado de la víctima, que padece de la horfandad, la indiferencia social, el abandono sistemático de todo sostén familiar afectivo, la miseria y luego, finalmente, la violencia de género.

Orgasmo es un relato de iniciación al mundo de la prostitución, donde la protagonista aprende a acatar sumisamente los códigos que las más antiguas en el trabajo han diseñado: no besarás, no sentirás placer, no te enamorarás.

Cristina Luz encarna desde jóven el poder hegemónico que el hombre detenta aún en nuestras sociedades modernas. Cuando adolescente, es violada por un joven de alta alcurnia y, si bien, su madrastra conoce de la situación, por su postura machista la culpa a ella de todo.
Cuando crece, Cristina se transforma en "servidumbre" de un hombre violento que la obliga a trabajar para consentir todos sus vicios (en la droga fundamentalmente) y caprichos, sometiendola a todo tipo de vejaciones y humillaciones.
¿Pero, desde cuándo surge esta hegemonía del sexo masculino sobre la mujer y por qué decimos que el libro de Luz es un relato revolucionario aún en nuestro tiempo?

La tradición del poder patriarcal y la supremacía de la virilidad y la honra masculina proviene de la tradición judeocristiana y griega, pero no está ausente en nuestros días. Para Levinas, descubrir el entremado que originó esta supremacía nos invita a problematizar  la hipótesis de que cada categoría que empleamos para conceptualizar la realidad comporta una categoría-otra que aunque desconozcamos, aún se deslice  en el secreto. De ahí que si no problematizamos la hegemonía de sentido de las formaciones discursivas de la modernidad, como su carácter masculinizante y de órden lógico formal, seguirá imperando una ceguera respecto de los sentidos que deambulan en su alteridad; la cual constituye una componente de su propia formación discursiva (Levinas, 1997)
¿En que medida se ejerce sobre el sexo una relación de poder? En un sentido lato, entendemos por poder la capacidad de hacer de un sujeto. Es decir, un sujeto tiene poder en la medida en que, a partir partir de sus recursos materiales, sociales, simbólicos, pueda hacer una determinada cosa.

De este modo, poseerlo permite imponer determinado modelo de acumulación y establecer las reglas del juego político y el orden social. De ahí viene el atractivo y placer que produciría la proximidad  a los sujetos o lugares sociales que proyecten detentar algún tipo de poder.
De esta manera, el poder se asume como un proceso (no como un recurso) que implica una tensión permanente entre los sujetos  que entran en relación  y, por ende, nunca está en su totalidad en alguno de los sujetos que interactúan. La riqueza de esta perspectiva es considerar el ejercicio de la “resistencia” como elemento consustancial del poder. Sin la presencia de la resistencia, el escenario no sería de poder sino de dominación.

Como toda relación de poder, en el espacio sexual o, en términos amplios, en los espacios de intimidad, las relaciones comportan una competencia por imponer al otro la dirección del encuentro sexual o íntimo.
Foucault remite a la Grecia Clásica para demostrar que los actuales patrones culturales de la sexualidad que aparecen en la primera modernidad  europea: siglos XVIII y XIX se remontan a la Antiguedad.
El trabajo genealógico subraya la problematización moral de la sexualidad  entre los griegos y la forma en que ello contribuye a la articulación de sumas  o teologías del cristianismo que hicieron énfasis en el disciplinamiento de las prácticas sexuales orientadas hacia la reproducción, alejándolas de la consecución del placer.
Para el sociólogo, la moral griega fue una moral “pensada escrita  y enseñada por hombres y dirigida a los hombres, evidentemente libres. Por consiguiente, moral viril en que las mujeres sólo aparecían en título de objetos o, cuando mucho, de compañeras a las que había que formar, educar, vigilar, mientras estaban bajo el poder propio y de las que había que abstenerse, al contrario, cuando estaban bajo el poder del otro (padre, marido, tutor) (Foucault, 1998: 24).
La mujer griega no tenía ningún poder sexual e incluso se legitimaba la relación extraconyugal, y hasta era bien vista, del marido con otro hombre libre.

La moral griega no refería mucho a la relación heterosexual, más que para la procreación y en cambio enfatizaba el interés público que la relación homosexual ejercía en la polís.
El sexo enlazaba el poder político con el rol activo del hombre adulto con un joven libre, pasivo y dominado en tanto no decidía sobre su búsqueda de placer, por lo cual se le calificaba despectivamente como  de rol “femenino”. Incluso como para los griegos el placer implicaba una situación de poder, esto hacía que  se resistieran incluso  a pensar que  estos jóvenes penetrados podían sentir placer.
La marca del poder era, entonces, la situación anorgásmica bajo la cual quedaba el "dominado"  en esa relación. Tanto el jóven dominado, como la mujer dominada, debían responder a ese mandato implícito en la esfera pública.

Algo similar ocurría en la la tradición judeo-cristiana donde,si bien no se explicitaba, la ausencia del deseo enla mujer, se enfatizaba su rol pasivo y la preeminencia del hombre sobre ésta.
En la relación cristiana, el sexo era legitimado como conservación de la especie y la mujer tenía un lugar de subordinación. Para santo Tomás de Aquino: a)el coito tiene carácter natural porque así lo dispuso Dios; b)pero está destinado a la conservación de la especie humana; c) en lo que el hombre tiene preeminencia sobre la mujer porque, si bien ambos aportan a la concepción, la simiente de la mujer es imperfecta a causa de la propia imperfección natural de su sexo (Ortega, 1987)

En el relato de Cristina Luz, todo el tiempo se enfatiza la relación entre su posición subordinada en una sociedad machista con la incapacidad de sentir deseo. Queda embarazada después de una violación y, en sus sucesivas, concepciones sigue aún sin experimentar nunca el goce del sexo. En su trabajo, la anorgasmia es una condición pautada por las más viejas en el oficio, para quienes "experimentar el orgasmo implicaría un desgaste físico y emocional que perjudicaría su profesión".
La prostituta está claramente en la situación más grande de dominación a nivel sexual, ya que el contrato de "venta" de su cuerpo legitima incluso el "uso" de su cuerpo como objeto de placer.
 
Sin embargo, se reconoce la existencia de la resistencia en lo que hace a la competencia que tiene para  decidir con quién tener sexo o a quién servir como objeto sexual aún cuando  mediara en este decisión un interés de tipo material. En este sentido, el “arma” de seducción implica una resistencia pues quien puede seducir puede tener más posibilidad de decidir.  Como Luz es jóven y bella, al principio tiene la "suerte" de contar con una buena clientela, que incluye a los fetichistas que sólo pagan por la conversación y el extraño servicio de satisfacer a su manías (observar el pie es una de ellas).
Con el apoyo económico de estos hombres, Luz de a poco va forjando un destino diferente para ella y sus hijos. Cuando la justicia interviene, se aleja de la violencia intrafamiliar que provoca su marido y se transforma en el único sosten emocional y afectivo de su propia familia. El rompecabezas de su identidad se completa con el acercamiento a su madre. De a poco, la protagonista va ganando confinado y paulatinamente se distancia cada vez más del ámbito prostibulario.

Con uno de sus ex clientes, Cristina experimenta por primera vez un orgasmo. La rueda ha girado y la ha convertido a ella en una mujer libre y capaz de decidir su propio destino incluso en el ámbito íntimo de su sexualidad.
Orgasmo narra la búsqueda del dominio del propio cuerpo y de la palabra. Todo el relato está orientado por esa búsqueda contínua del placer. El encuentro con la palabra escrita viene después del encuentro con el cuerpo mismo. Cuando el sujeto  antes dominado puede impimir su soberanía sobre la piel desnuda de su cuerpo y el papel en blanco.
 
Bibliografía:

Foucault, Michael. (1998)Historia de la sexualidad. Tomos I, II, III. Siglo XXI. México.
Levinas, Emmanuel. (1997) Ensayo sobre la exterioridad. Salamanca. Sígueme.
 Medina Carrasco, Gabriel (2002). Centro de Estudios Sociológicos. El colegio de México. Revista Nueva Antropología, número XVIII. En http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/61/cnt/cnt3.pdf
Ortega, Sergio (1987) . El discurso teológico de SantoTomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales. En AAVV. El placer de pecar y el afán de normar. Seminario e Historia de las mentalidades. México.