Mariana: Tu posibilidad de ingresar al discurso
literario, en este caso, es cierta estetización del marginal, de la pobreza, no
mediante el realismo sucio o el miserabilismo (como otros autores) sino
mediante el absurdo… En este sentido me parece que marginalizás un poco a la
clase burguesa.
Ramiro. Sí. Es como
dar vuelta las cosas un poco.
Mariana: ¿El humor
es una forma de resistencia para el marginal en tu representación?
Ramiro:
Es un poco una toma de conciencia, ridiculizando a los demás. La generación nuestra
viene de un desengaño tremendo, ya venimos con la tristeza incorporada, algunos
los solucionan desde la falta total de compromiso a eso. Yo escribo desde la
derrota, venimos desde la falta total de ideales (se refiere al menemismo),
también hay como – ahora- una cierta obligación al compromiso. En muchos casos ese
compromiso se limita a nombrar cosas u opiniones. Hay un aprovechamiento del
vacío que traemos para querer hacernos sentir orgullos de cualquier contenido,
porque hay una fuerte necesidad de pertenencia. La falta de compromiso es una
pertenencia, y a su vez el compromiso impuesto es otra. Lo que hay que
desarrollar con la conciencia es un compromiso profundo, que al reconocer el
pasado reconozca su esencia, no su cáscara, que ese conocimiento libere en vez
de enjaular.
Mariana: ¿Qué opinión tenés del gobierno?
Ramiro: No estoy inserto en un partido, pero tengo alegría de
algunas cosas. Apoyo
cosas que coinciden con el gobierno porque sé que son mérito de largas luchas y
no de un poder en particular. Como anarquista que quisiera ser zurdo tengo una
crítica muy fuerte a todo tipo de progresismo.
Mariana: Tus textos son muy visuales y
dinámicos…
Ramiro: A mí
tampoco me gusta esta nueva narrativa donde, de repente, está el tipo sentado,
y no pasó nada en el relato, donde el narrador interviene para comentar y me
parece que convoca menos a los
lectores a que hagan su interpretación de los hechos. Sin embargo, yo pienso que el autor tiene que hacerse cargo de su trabajo y no lavarse
las manos describiendo acciones para que el lector se las ingenie solo si es
que quiere deducir ideas de eso. Antes (cuando hacía haikus) no me importaba
dejar colgado al lector o no, pero ahora sí me importa. O sea que el dinamismo
estaba en primer plano. Ahora trato de que esté al servicio de algo. Y no es
una cuestión didáctica. Puede ser el delirio más grande pero se coloca al
lector en ese delirio, no se lo discrimina.
Mariana: Es llamativa la representación del marginal que hacés en
“Chaplin”. Me gusta aquél poema donde el hijo ve a un marginal
en el colectivo y le cuenta a la madre que vio a Chaplin y ésta no le cree (1)
Ramiro: Es cruel ese texto. Una generación le transmite a la
otra su crueldad. Lo podés abordar con humor, pero es algo tráfico lo que se está tratando. Demuestra la
hipocresía de la burguesía. De cómo el tipo pudo ser famoso, pero al no encajar
en la sociedad no existe simplemente, es una caricatura. Me gusta mucho
Chaplin, por eso, es una figura tragicómica que ironiza situaciones trágicas.
Son los antihéroes, como El Chavo del 8. Son personajes mínimos, son
tipos que, por lo menos por la fuerza no van a ganar…
Ramiro: ¿El escritor es un poco el bohemio, como Chaplin?
Mariana:Yo nunca he sido rico, ni voy a serlo nunca, pero podría tener un trabajo "como cualquier otro", es una elección de vida.Yo me siento como el Chaplin del poema, pero no me gusta querer
ocupar el lugar del “otro”, me parece mal, victimizarse. No me gusta la demagogia.
Mariana: Me parece
muy interesante tu obra, por el tratamiento “absurdo” que le das a esas
situaciones cotidianas:
Ramiro: No me sale
de otra manera, una manera “seria”, bufonesca, eso tiene que ver con el absurdo
que decís en mis cuentos, pero también tiene que ver con una manera de ver la
realidad. Para realista ya tenemos las cosas en sí mismas. Yo creo que el
realismo como método es irreal, la pretensión de objetividad no es posible,
siempre hay una subjetividad. Me parece injusto. Con respecto a lo absurdo, la
manera que yo encuentro de enfocar las cosas, es exagerándolas, en cierta forma
burlesca, sarcástica.
Mariana: A través de
los juegos fonéticos designas lo que las palabras no pueden decir.
Ramiro: No lo
analizo, son juegos que hago. En Sobra Compacta estaba recién trabajando sobre las
herramientas, en realidad siempre hay denuncias a cuestiones sociales, pero me
parece que se van tratando de pulir y a lo mejor no había pasado yo por la
experiencia de la explotación, de andar en la calle, cosas reales que me fueron
pasando en esos momentos. Pero hoy está en primer momento lo que estoy
diciendo, no la forma.
Mariana: ¿Cuál es la posición del artista con respecto a la
función social?
Ramiro: Es largo el asunto de la función. Empieza por tener que escribir y sigue por hacer visible una denuncia a través de esa escritura. Y continúa. Hay que pedirlo todo y darlo todo.
Ramiro: Es largo el asunto de la función. Empieza por tener que escribir y sigue por hacer visible una denuncia a través de esa escritura. Y continúa. Hay que pedirlo todo y darlo todo.
Mariana: ¿Qué pensás del mecanismo de venta de las editoriales independientes?, ¿se puede vivir de esto?
Ramiro: Tengo amigos que viven de esto, uno de ellos vende los libros en bares todas las noches, es posible hacerlo. No compra sus propios derechos de autor, pero los fabrica en su casa y los sale a vender. Es todo un circuito. Incluso creo que ganamos más así que los que estamos en las editoriales grandes . Ante todo me parece bien que las cosas se difundan aunque no den guita.
Y PARA LOS OÍDOS, ESCUCHAR LAS CANCIONES PARA CARNE DE CAÑÓN
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