miércoles, 21 de agosto de 2013

Bolivia late en Córdoba: Diálogos inter-culturales a través del uso de la leyenda en el aula.

Simposio de Literatura boliviana. Expresiones alternativas de la bolivianidad. Más allá de la literatura, más acá en la emoción.

Bolivia late en Córdoba: Diálogos inter-culturales a través del uso de la leyenda en el aula.


Un relato de experiencia:

Quiero aclarar antes que todo, que me he propuesto con este trabajo hacer una hoja de ruta a través de una experiencia singular que atravesé en un colegio público secundario de la Ciudad de Córdoba, por lo tanto este texto no se ajusta al modo de la retórica más “dura” de la investigación ni tampoco pretende ser un compendio exhaustivo sobre ningún aspecto en particular sino que, por el contrario, precisamente trata de abrir líneas de discusión sobre temas muy profundos y de infinitas aristas tales como son los problemas de la discriminación, la pobreza y el fracaso escolar.
Desde hace cinco años, mi formación profesional ha encontrado en las prácticas comunitarias un lugar necesario para debatir mi propio campo de formación a través de las prácticas concretas en lugares socialmente vulnerados: villas miseria, instituciones de amparo para personas sin hogar, etc.
El caso que quiero recuperar es el de las escuelas urbano-marginales situadas en zonas de confluencias culturales diversas: Barrio Güemes y San Vicente.
En uno de esos colegios  en Güemes -cuyo nombre no reproduzco para no invadir la confidencialidad de los alumnos- me encontré con una situación que aqueja a muchos docentes –el mal comportamiento-, pero lo que me llamó la atención eran los profundos actos de discriminación que sufrían los menores provenientes de Bolivia por parte de sus compañeros tan humildes como ellos.
Además de ser este un acto penosamente “entendible” habida cuenta del mal manejo de la información en los medios de comunicación y  los “lugares comunes” que arrastra nuestro país desde buena parte de su historia, me conmovió ese aspecto porque dos grupos igualmente segregados se negaban a verse como semejantes.
¿Por qué discriminaban estos niños? Tal vez, porque una camada de intelectuales y dirigentes que pretendieron hacer de nuestra nación un cónclave alejado del “hedor” de América Latina  por medio del método de “implante” de soluciones extranjeras y “trasplante” de población por medio de la inmigración europea reprodujeron dicho racismo y tal vez porque simplemente lo escucharon y no saben por qué lo reproducen (el discurso de la discriminación tiene una parte irracional que hay que desnaturalizar a través de la falta de premisas lógicas de sus enunciados como dice Van Dijk).
El problema en filosofía:
Si bien, por fortuna abundan los estudios que demuestran la singularidad de las culturas con excesivo cuidado de no caer en casos de “violencia simbólica” –los clásicos subaltern studies son uno de ellos- al parecer hay demasiado énfasis para demostrar la diversidad cultural y algunos se han olvidado de aquello que nos hace simplemente humanos y semejantes los unos a los otros.
Según Benhabib existe un “otro generalizado” y un “otro concreto”:
El punto de vista del otro concreto nos hace ver a cada ser racional como un individuo con una historia, identidad y constitución afectivo emocional concreta y, de esta manera, nos abstraemos de lo que constituye lo común entre nosotros y nos centramos en la individualidad.
El punto de vista del otro generalizado, en cambio,  nos exige ver a todos y cada uno de los individuos como seres racionales a los que les corresponden los mismos derechos y deberes que quisiéramos atribuirnos a nosotros mismos.
Para este autor, es en el cruce de ambas representaciones cuando surge verdaderamente el diálogo entre el “ser” y el “otro”.
Leyenda, arquetipo e inconsciente colectivo:
El caso de la leyenda se sitúa justamente en esa yuxtaposición de imaginarios: Por un lado, toda leyenda tiene un anclaje geocultural que surge como simbolización de un hecho sagrado para la comunidad y que sirve de base a un pensamiento racional metaforizado en torno a una estructura alegórica (en ese sentido, lo legendario difiere del sueño, de la ficción[1] y de la creación individual, como plantea Campbell, y son igualmente legendarias la Biblia, las sagradas velas de la India o las leyendas tupí-guaraníes).
Por el otro, la leyenda surge como explicación a temores, anhelos y también necesidad de autorregulaciones necesarias para la preservación de la comunidad, por lo tanto posee programas narrativos y figuras actanciales básicas y repetidas en diversas culturas a las que Jung ha llamado “arquetipos”.
Según este autor, son arquetipos las figuras recurrentes que forman parte de una psiquis no fundada en experiencias particulares sino innatas a la composición de la estructura humana y de carácter universal que él ha dado en llamar el “inconsciente colectivo”.
Si bien forman parte del pensamiento sub-racional sólo se hacen visibles habida cuenta de símbolos conciencializables de entidad concreta y compartidos por una comunidad, lo que los distancia de los “complejos de carga afectiva” sólo circunspectos a las historias personales.
Así, podemos verificar que la siguiente leyenda boliviana sobre el origen de la coca, no dista de la leyenda del águila para los comechingones:
Al responder las preguntas sobre esta mata –la coca- los indígenas más ancianos cuentan invariablemente la misma historia. Por lo que han oído, antes de que la coca fuera una mata, era una hermosa mujer. Cuando se descubrió que era adúltera, fue ejecutada, cortada a la mitad y enterrada como se entierra una semilla para que germine”, explica el relato original. Cuenta la leyenda que, de donde el cuerpo desmembrado había sido enterrado, germinó una planta que creció y floreció. Sólo los hombres podían tocar sus hojas y llevarlas en sus bolsas. Pronto se aprendió que sólo podían extraerse las hojas de la bolsa después de la cópula, una restricción en memoria de la bella adúltera (leyenda boliviana)
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo cerca de las sierras de CÓRDOBA se instalaron unos pueblos aborígenes, de nombre Comechingones, en este pueblo había anciano que contaban leyendas antiguas, una que otra la inventaban pero su cometido era hacer que los niños aprendieran más acerca de su pueblo aprendieran a amarlo y respetarlo. Los Comechingones trabajaba a cambio de comida, dicen que su dios Sebastián les pedía trabajo y él a cambio les daba comida; también cuentan que cuando no trabajaban recibían un castigo muy severo, Ya que el dios Sebastián los congelaba o incluso dependiendo la ocasión y el trabajo que se pedía los ahogaba. Sebastián castigaba a los flojos congelándolos o convirtiéndolos en hielo, de esta manera los que tenían pensado dejar de trabajar lo pensaban más de dos veces, al dejar de trabajar ya que temían ser convertidos en hielo. Cuenta la leyenda que si hoy en dia se visita ese lugar, se escuchan los lamentos de los Comechingones que fueron congelados y que el sol derritió convirtiéndolos en lagunas. (leyenda comechingona)
Ambas leyendas, son ejemplos de “hybris”, actos de insolencia generalmente asociados a sentimientos de omnipotencia y rebeliones individuales que –como lógicamente amenazaban al conjunto de la comunidad que debía preservar sus reglas severas para sortear grandes sequías y racionalizar su alimento- acudían a una visión de la divinidad desde el “castigo ejemplar” que atraviesa a todas las religiones.
Por otro lado, los programas narrativos de ambas leyendas son casi idénticos:
Un sujeto de estado en disyunción con el Objeto de Valor “pasión” o “confort”  entra en conjunción con ese objeto de valor a costa de subvertir el programa narrativo de su Destinador supremo –la divinidad- que preveía un estado de conjunción con los objetos de valor morales - “trabajo”, “productividad”-  por lo que recibe un castigo ejemplar que los posiciona en ese mandato a través de una transformación –o metamorfosis- que los convierte en útiles de su pueblo.
Por otro lado, la tríada nacimiento-muerte-renacimiento de ambas leyendas reproduce el ciclo de las estaciones que dio origen a la tragedia griega y que es un elemento vital de todas las comunidades organizadas en torno a esos períodos centrales de la naturaleza que permiten el desarrollo de la vida también homologable con dicha tríada.

Incluso, la adolescencia según Campbell se puede pensar como el estadio intermedio del otoño, el paso de la plenitud y la seguridad a la difícil vida del hombre o la mujer maduros.

La adolescencia es una etapa de rebeldía y muerte de la infancia donde el sujeto debe apartarse de su núcleo familiar inicial para fundar un nuevo grupo de pares hasta renacer como un sujeto diferente y retornar a la comunidad que no simboliza sino el retorno a la madre ya analizado por Jung en El santo Grial.
La recorrida iniciática de todo héroe reproduce ese modelo, pues el héroe sólo regresa a Ítaca para morir y renacer como leyenda.

El viaje del héroe:

Usualmente, los héroes siguen un periplo típico que implica la muerte y la resurrección porque el motivo básico del viaje del héroe simboliza el abandono de una cierta fase transicional para ir al encuentro merecido con la fuente de la vida y alcanzar, entonces, una condición más rica y madura.

La misma estructura o programa narrativo de base es verificable en “El bastón de Mando” como en la leyenda de Kanthuka.
1.    Un héroe es atraído, llevado o voluntariamente procede hacia el umbral de la aventura.
2.    Allí encuentra una presencia sombría que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar  este poder, entrar con vida en el reino de la oscuridad, o sucumbir ante su oponente y descender muerto.
3.    Más allá del umbral el héroe camina por un mundo de fuerzas desconocidas aunque extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan y otras le  proporcionan una ayuda mágica. Cuando llega al punto más bajo de su viaje, él  experimenta una prueba suprema y gana su premio. El triunfo puede ser representado por la unión sexual del héroe con la diosa-madre del mundo, su reconocimiento por parte del  padre-creador, su propia divinización o, si los poderes han permanecido hostiles, el robo

Así como el arquetipo compartido en ambos casos es el del héroe y su recorrido iniciático (Campbell): también están presentes los arquetipos del padre desafiante que incita al hijo al dejar el lecho materno y el de la madre como eterno retorno fuente de protección y vida, símbolo de la fertilidad.
Y por el mito surge el rito que conjura las fuerzas negativas del mundo mediante un momento de éxtasis en general festivo donde el ser comulga con el cosmos en el doble movimiento de la danza: es el “otro” quien danza en mí y yo me inicio a través de esa “otredad” de la mirada ajena.

Vale aclarar que no es la madre lo que se juzga aquí, la madre biológica, sino el contenido vital de la maternidad como simbolización del mito de origen perdido, el edén, aquello que por igual desvela a Hamlet como al inmigrante que con melancolía llama a su madre patria “cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvidos”.
Lo interesante del arquetipo es su profunda humanidad verificable por igual en los grandes ejemplos del Canon occidental, como en los simples refraneros criollos, cuentos populares y hasta en la llamada “cultura de masas”. De hecho, no es ajena a la historia la construcción mítica de héroes y personajes legendarios que refuerzan las adhesiones colectivas hacia el imaginario nacional, garantizando fidelidades y conductas.
Sombra terrible:
Buena parte del psicoanálisis está profundamente enlazado con tres figuras arquetípicas: el padre, la madre (de los que hablamos) y  la “sombra”.
La sombra es el personaje “negro”, el oscuro reflejo de la figura positiva, lo reprimido, lo obsceno, lo instintivo, lo primitivo y reprimido por la psique que reaparece bajo la “proyección”, animando así el conflicto social porque la sombra genera imaginarios de enemistad que no son sino parte constitutivas del ser reprimidas por la conciencia y asociadas al “ello” freudiano.
Para el antropólogo Rodolfo Kusch, la sombra de Jung es esa clase popular, mestiza, el “hedor” de América Latina confinado a ser “cabecita negra”, “chusma” o también ahora “negro”. Una dimensión filosóficamente reprimida por una larga tradición intelectual que ha depositado sobre América Latina una imagen de “Barbarie”, lo nefasto, lo innombrable, pero a la vez tan genuino de nuestro ser nacional que ya Sarmiento lo retoma al negarlo: “Sombra terrible del Facundo yo te invoco…”
En las leyendas, la “sombra” es la parte “oscura” del ser que no se oculta, se contiene. Son aquellas imágenes fálicas y tentadoras del mal, pero que mantienen cierta astucia y encanto. Nos dicen que no es posible reprimir todas nuestras zonas “oscuras” porque constituyen nuestra humanidad e incluso ello podría llevarnos a incurrir peligrosamente en una psicopatía.
Muchos personajes élficos de las zonas de frontera con la cultura andina-como Jujuy o Tucumán- adquieren sin duda alguna el arquetipo de “la sombra” con una naturalidad inusitada para la tradición católica.
Así, por ejemplo, tenemos el caso del Chiru-Chiru un pintoresco ladrón rural que asusta a los campesinos de Bolivia, pero que –no obstante- obtuvo su redención en un mágico beso de la Virgen de Orkopiña antes de su metamorfosis.
En las leyendas urbanas de Córdoba, figuras como la Pelada de la Cañada también conjugan lo siniestro y lo atractivo, lo “oscuro” y lo “luminoso” e incluso lo femenino y lo masculino (en muchas versiones del mito, la “pelada” es un travesti) a la manera del ying y el yang oriental.
Viracocha es fundamentalmente rico, o ticci capac; mientras que el mundo sometido a la carencia del fruto es un “hervidero espantoso”, pero para conjurarlo, el Dios necesita adentrarse en el “hervidero espantoso” a través de su doble, Tunupa, quien marcha finalmente por los sucios caminos de polvo de la humanidad.
Por lo tanto, concilia los dos términos fundamentales de la vida: lo femenino y lo masculino cuya unión  garantiza el nacimiento del niño o el huahua, es decir, representa la fecundidad y la posibilidad del fruto.
Estas “sombras” de nuestro ser simbolizan nuestro lado irracional, se asocian a nuestros temores más profundos en especial relacionados con la infancia y además como plus extra en sus leyendas  sirven para amedrentar a nuestros niños y alejarlos de zonas peligrosas para ellos a la medida del “cuco” mexicano.
¿Vale la pena?
Es cierto que las leyendas también son receptivas de los efectos del sincretismo y la transculturación que se produjo ante la llegada de los “colonizadores” lo que puede explicar su similitud con la tradición judeo-cristiana, sin embargo, no se explican tantos parecidos con las estructuras míticas de lugares tan remotos y distantes entre sí como el Medio Oriente, África, Europea y las antiguas civilizaciones grecolatinas  (ver Colombres) sin el uso de los “arquetipos” planteados por Jung.
Y así hubiese pruebas de que ellos no existieran, sería prudente como el gnosticismo tenerlos presentes, pues son elementos que nos permiten establecer un diálogo inter-cultural entre lo general y lo diverso.
Esa necesidad de simbolizar lo bueno y lo malo es tan profunda que hasta el capitalismo lo ha convertido en mercancías, fetiches, palabras vacías, complejos que se esconden detrás de la publicidad, la tecnología, el sinsentido de la vida moderna que radica en una eterna frustración detrás de un mundo sin dioses.
La sombra no es siempre, y necesariamente, un contrincante. De hecho es exactamente igual a cualquier ser humano con el cual tenemos que entendernos, a veces cediendo, a veces resistiendo, a veces mostrando amor, según lo requiera la situación. La sombra se hace hostil sólo cuando es desdeñada o mal comprendida.
Si la figura de la sombra contiene valiosas fuerzas, y fuerzas vitales, tienen que ser asimiladas a experiencias efectivas y no reprimidas. Corresponde al yo renunciar a su orgullo y fatuidad y vivir conforme a algo que parece oscuro, pero que, en realidad, puede no serlo. Esto ha de requerir un sacrificio tan heroico como la conquista de la pasión pero en sentido opuesto.
Esa dualidad es parte de nuestro ser: eros y thanatos están animando nuestra psique.
No es este planteo el secreto del fuego de Prometeo, pero pasar un buen momento de diálogo inter-cultural entre alumnos y docentes no es poca cosa en una provincia que cuenta con el nivel de discriminación más alto según INADI.
Ver:
Campbell. Joseph. El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. Prometeo Ediciones.  1998.
Colombres, Adolfo. Teoría transcultural del arte. Hacia un pensamiento visual independiente. Serie antropológica. Ediciones del Sol. 2005.
Jung, Carl Gustav. Arquetipos e inconsciente colectivo. Ed. Paidós. México. 2007.
Kusch, Rodolfo. América profunda. Ed. Fundación Ross. Rosario. 2007.
Terrera, Guillermo. El bastón de Mando. Universidad Nacional de Córdoba. 1976.
Viggiano Essain. Leyendas cordobesas. Universidad Nacional de Córdoba. 1969.
Selección de leyendas indígenas de Bolivia: http://www.redboliviana.com/leyendas/


[1] En este sentido, me parece cauto recuperar la visión de Todorov para quien es ficción lo que el espectador recibe como tal.

sábado, 17 de agosto de 2013

Suicide Blonde: Un viaje a Cyterea Por la peatonal amarga



Reseña del libro "Raro" de Iván Ferreyra



¿Qué isla es ésta tan negra y triste?- Es Cyterea,
nos dicen, un país famoso en las canciones,
Eldorado trivial de todos los solterones.
Mirad, después de todo es una pobre tierra.

Cualquier intento de definir la prosa o el verso prosáico de Iván Ferreyra difícilmente  superaría la  entrevista que Juan Terranova le hace y que, por tal motivo, me atrevo a reproducir sin permiso de los autores, a la orden del día con los adelantos tecnológicos que ciertamente nos permiten re-democratizar el universo cultural  a la manera de la babélica biblioteca borgeana.
Iván Ferreyra  es un poeta de la experiencia urbana, un “callejero”  y bien podría asumir esa figura de sucesor del grupo devorado por el fuego. Un irreverente con aire gótico y ganas de poetizar la angustia cotidiana a lo Nirvana: un buen solo de guitarra y detrás “esa oscura tristeza de baldío” que pintó Borges.
El desgarrado grito de Baudeleaire sobre los adornos de las tumbas o la melancolía de Pessoa dejando atrás un tranvía amarillo en su pueblo natal, sobrevuelan esas páginas tamizadas por los restos de la “escoria cultural” de la ciudad letrada: la música, el cine, la tv, en fin, el pastiche.
Raro es un tipo oscuro que atraviesa la grieta de una ciudad herida y partida en dos: ricos y pobres; doctos e incultos, matones y suicidas.
Un tipo raro, que sueña aún con la ciudad anarquista de Bakunin:  el amor libre, las palmeras, el sol sobre la cara y el trabajo noble, mientras el asfalto le carcome los pies cansados de la desesperanza.
 A este libro que camina la ciudad le fascina el rock y el glamour del cine de culto. Tiene un gesto irreverente y no puede subsumirse en el mundo del capitalismo tan livianamente como otros.
Así me lo imagino a Raro, un libro de poemas que el autor deja -cual trotamundos- a rodar por los subsuelos de “La Docta”.  
Ferreyra es un bohemio, pero no es un dandy. Es un heredero de los poetas malditos y  la “boheme” parisina que misteriosamente quedó soñando versos sobre Colón y Gral. Paz, en esa ciudad de pobres corazones, una metrópolis que cruelmente reproduce un sistema de castas, tal como la imaginó Fritz Lang hace casi un siglo.
Bohemia: Incapacidad del arte de subsumirse a una vida monótona y gris. Brecht y Beckett lo dijeron.
Cuando hablaba con Ferreyra sentía flamear su capa invisible y pensaba  que a lo mejor,  no muy lejos estaba su  “batimóvil”, esperando para atrapar por primera vez  a los malos de verdad. A los “de arriba”.
Obsesionado con Julio López y  con Facundo Rivera Alegre. Esos desaparecidos en democracia. Por las “Basuras de la Alta Suciedad”: hipocresía, impunidad, dolor y un baile que no llegó a su fin.
Lo de Ferreyra es puramente humano. Poemas con convicciones. Palabras como ballestas.
Poesía en pocos caracteres. Gratuitos por wifi.
Cada libro suyo que anda desperdigado por la Metrópolis  busca una arteria abierta de la Ciudad. Una vena abierta de la comunidad. “Escribir para no morir”.
Un lector implícto: Una muchacha de mirada esquiva y atuendo punk.
Este libro tiene menos dolor y más alegría que los otros. Una sinestesia extraña que los conjuga paradojalmente: dulce melancolía o amarga felicidad.
Un viaje a Cyterea: un lupanar al aire libre, producto de la embriaguez de Baudelaire, perversión, desolación, exitación: eros y thanatos.
 Los poemas de Raro me recuerdan también a esa “suicide blonde” de la canción. Me la imagino saltando de un poema y borrándose con el codo la sangre seca  a lo Kill Bill.
 Su musa inspiradora: Ferreyra está de vuelta.



¿Quien es Iván Ferreyra?


ENTREVISTA CON IVÁN FERREYRA/ 
“Veo zombies engordados con milanesas de soja”
iVÁN/Por: Juan Terranova. Iván Ferreyra es un narrador y agitador cultural cordobés. Máquina de sumar y confrontar, lanza en estos días el número dos de una revista de intervención directa bautizadaPolosecki, ciudad de culiados. Su última novela, Bambi es una indagación sobre la familia, como núcleo duro de la sociedad. Para fin de año prepara un libro de poemas titulado Diving Horses, inspirado en una mujer que se lanza con su caballo al agua desde una plataforma elevada doce metros por sobre el nivel del mar.

¿Cómo vez el campo intelectual cordobés hoy? 

Veo tinieblas y una señal de ajuste que varía entre la Iglesia Universal y el Opus Dei, veo zombies engordados con milanesas de soja elegidos por sus madres como jurados, veo mucha gente del pasado, se puede ver el silencio que marca la cara, como cuando dormís mal, ese silencio cómplice del aparato que idiotiza desde la pasividad. Veo mucha gente muerta, mucha mezcla de traidor y de bueno para nada. Veo grandes publicaciones creadas con delirios megalomános nacidas para generar un discurso de asistencialismo, hablando de cualquier cosa menos de lo que pasa en Córdoba, dónde comparten personas de talento guionadas con un buen sueldo, un Clarín tocado por Kenny G.    

¿Qué actores de ese campo te interesan? 

Me interesa Jorge Villegas, un dramaturgo que rompe las reglas, ofrece una visión revolucionaria de la realidad a través de su obra, recomiendo su Proyecto Judiciales yZoociedad que se viene en breve. Creo en la lucidez de Anibal Buede y Omar Hefling, dos intelectuales que respeto. Creo en Sergio Smucler y Marcos Rostagno y la construcción de un discurso cinematográfico que hace ruido, que no se olvida. Creo en Marcelo Dughetti y Sergio Gaiteri, dos escritores tremendos, llenos de prosa que no pretenden otra cosa que sumar. 

¿Cuáles no te interesan nada?

No me interesan los pretenciosos, los que buscan pertenecer, los que tienen un guión, los que moldean su discurso en base al gobierno de turno, así es Córdoba, podés trabajar en La Voz del Interior y decir que sos K, y nadie te cuestiona, todos te creen, es demasiado esfuerzo cuestionar, es demasiada intensidad. No me interesan los que no cuentan historias, los que las desconocen, y ensucian la cancha con modismos obsoletos. Creo en los analfabetos y su visión del mundo. 

La Argentina tiene un recuerdo muy claro y muy revivido de la censura política. ¿Pensás que sigue habiendo censura?

En Córdoba existe, yo la he padecido, y lo expuse en mi blog y en las redes sociales, creo que son hechos que no tienen que pasar desapercibidos, la soberbia del falso progreso ha provocado un avance de la mediocridad, que sostiene que cualquier producto con pretensiones populares deba parecerse a formatos moralmente correctos. Si te piden una nota de una ventana, después no pueden cuestionarte si la ventana está abierta o cerrada y si lo que se ve detrás de ella molesta la sensibilidad 
social políticamente correcta.

¿Creés que existe una censura del dinero, por ejemplo?

La censura del dinero existe en la medida que sea un motor a la hora de crear. Un intelectual cordobés, José Luis Arce a eso lo llama la kioscorización de la cultura, artistas que accionan sabiendo el monto del que disponen. Desde espacios como Casa Trece se piensa en accionar desde el modo inverso, que se piense en la idea luego en como ejecutarla. No todo está perdido sino tenés recursos, es el tiempo de la palabra escrita, y eso es gratis y es poderoso, no hay que llenarse de miedo ante el terror de la ausencia de dinero. En esta ciudad, todo lo que se hace con dinero a nivel artístico al otro día no se acuerda nadie. Por eso está de moda el cemento, el gris siempre es mejor que el verde, no vaya a ser cosa que uno tenga ganas de soñar o tener una esperanza.

¿Cómo surgió la idea de hacer “PoloSecki, ciudad de culiados”?

Soy un gran admirador de la crónica y del arte de contar historias, y un estudioso del suicidio como acto individual por excelencia. Polosecki es un personaje fascinante, y después de escribir una trilogía sobre el suicidio (tres novelas) decidí seguir en ese rumbo, Polosecki es un magazine, es papel impreso en blanco y negro como miran los perros, es activista estético y peronista, dedicado a albinos y ciegos, cuenta historias de tipos que sostienen el sistema, podríamos llamarlos perdedores o personas que nunca le salen bien las cosas. Reune un staff de escritores realistas, unders, desaparecidos de los monopolios, artistas en ayunas, con ganas de morder las nubes, lo gráfico apunta a los ochenta, con un antivirus posmoderno. Es una canción hermosa que podés escuchar las veces que quieras. Polosecki es otra forma equivocada de cambiar el mundo, una forma hermosa.

En Bambi, tu útlima novela, la familia aparece al mismo tiempo como un lugar de comunión y de amenaza, de peligro y de protección. ¿Por qué?

El miedo y el dolor siempre nacen desde el seno de las familias, un formato de unión moralmente indicado que sólo causa estupidez, en las familias se generan las peores docencias que existen, el desamor, el resentimiento, las secuelas de todo, hasta de un eructo de vino del padre, cualquier excusa sirve para ser infeliz. Creo en la familia como red de unidad de resistencia, personas unidas por el abrazo por encima de las ideologías, creo en los que escuchan sin pensar en el día siguiente. Mi familia es la Times New Roman. En Bambi, una familia tipo se convierte en una planta carnívora que no distingue si come plástico o vegetales. El capitalismo y la televisión destruyen la familia, la convierten en un juego de mesa, dónde nunca gana nadie. 
¿Cómo va a ser tu próxima novela?
Mi próxima novela se llama Una chica Kaurismaki. Mujeres que fuman hasta sus dedos y subliman el amor, es siempre temporada de caza, la histeria es la nueva moral y la soja es la nueva hostia, historias que no le interesan a nadie, inmersos en un mar de cocaína que no salva delfines. Eso sí, hay esperanza, todos esperamos la llegada de un rompehielos. Una novela que puede ser tan incómoda y placentera como una cubetera.

¿Qué le falta a Córdoba? ¿Qué le sobra?

A Córdoba le faltan desaparecidos, le sobran represores. Le sobra cemento y autos, le faltan líderes políticos, sindicales. Sobran quebrados y snobs, faltan librerías, bibliotecas, teatros. A Córdoba le faltan medios independientes, le sobran burócratas mediáticos. A Córdoba le sobran pelotas con su pasado de lucha sostenido por obreros, le falta entusiasmo, es una ciudad que vive cansada, mal dormida, enojada, con ausencia de lluvia eterna, en un pozo lleno de olor a bosta, le sobra fuego en sus montañas. Alguien vino y nos sacó el alma mientras nos reíamos de alguien, así es acá, todos nos reímos del otro, y somos los más boludos del país, gobernados por inútiles en dónde busques.

¿Dónde está López?

En Saint-Tropez o en el país de los finales inconclusos, el nuestro, el del Diego y el Che.