1).¿En qué época de tu vida y cómo surge tu vocación de escritora?
Mi vocación empieza cuando yo tenía 8 años. Me había quebrado el brazo y
me aburría mucho. Fue mi período más prolífico. A los 8, 9 y 10
escribía mucho: cuentos, poemas y hasta hice una pequeña obra teatral
que representaron alumnos del jardín de infantes de
la escuela Vicente Fidel López, cuando yo iba a cuarto grado.
Mi primer vocación fue ser escritora para niños e ilustradora. Una no
pudo ser. Mi mamá nos compraba los clásicos en sus versiones infantiles,
leíamos muchas historietas. Recuerdo a María Elena Walsh, a Elsa
Bornemann, a Graciela Montes. Ya el sólo presentir
el olor de esos libros y esos colores hermosos cuando mi mamá llegaba
del trabajo me ponía muy feliz. Estudiar Letras fue el curso normal de
todo este fanatismo por los libros.
Mis maestras me recuerdan leyendo en los recreos, inventando cosas. Mi
señorita Alicia, mi profesora del secundario M. Eugenia fueron mis
grandes inspiraciones también, porque a ellas le encantaba darnos
material de lectura infantil.
2).En tus escritos y sobre todo en tu novela No dejes que el viento nos
arrastre, te referís a Córdoba, a sus lugares, a sus plazas, a su gente y
costumbres: ¿Cuál es tu intención al hablar de todo esto?
Esos espacios tienen un gran significado para mí, que tiene que ver con
mi experiencia, con mis recuerdos. Yo también llevo adelante un proyecto
de doctorado referido al análisis de la literatura cordobesa, las
leyendas, los nuevos escritores, los cuartetos.
Me fascina saber más sobre esas cosas que yo veo a diario, reconocer la
historia que acarrean esos bancos de las plazas, las barandas de las
escaleras que hoy son un mercado, pero antes fueron una escuela, un
escenario de alguna lucha obrera.
Yo creo que los cordobeses tenemos una historia fascinante que condensa
casi todo: el humor, la danza, el legado cultural religioso y
cosmpolita. Pero a la vez somos un lugar chico, nos conocemos todos. En
el centro siempre vemos las mismas caras. Somos a la
vez una ciudad, pero lejos de la masividad de Buenos Aires.
Adoro sentarme en la plaza, mirar la gente que pasa, sobre todos
aquellos más vulnerados por el sistema: los vendedores ambulantes, los
viejitos que hacen cola en el banco. Cada lugar de Córdoba inspira una
buena historia. Sólo hay que saber mirar más allá
de lo aparente.
Ahora estoy en un proyecto referido a rescatar la tradición oral y los
nuevos narradores de Córdoba. Tengo un blog llamado “La Docta Literaria”
que es mi gran refugio espiritual cuando le reprocho muchas cosas a
Córdoba, en lo referido sobre todo a la gran
inequidad social que hay aquí y especialmente a algunos gobernantes y a
ciertos medios de comunicación. }
Pero si le reprocho cosas, es porque la quiero tanto.
3). ¿Hasta ahora qué has escrito y/o publicado y qué estás escribiendo en este momento?
Publicado poco. Hojas sueltas, revistitas. Y el libro que citás. Ahora
estoy escribiendo un volumen de cuentos titulado “Variaciones sobre el
Flautista de Hamelín” que comprende historias referidas a la música
popular como un vehículo de expresión de los jóvenes.
De sus miedos, sus deseos, sus primeros amores...
4).¿Cuál ha sido la mejor y la peor crítica que has recibido? ¿Y esto influyó en tu escritura?
Críticas malas son las mías. Soy muy perfeccionista. Críticas lindas la
de los chicos, que se emocionan con ese relato del primer amor como yo.
Cuando escribo vuelvo a ser un poco esa chica solitaria y soñadora de mi
infancia. Rilke dijo que “la verdadera patria
del hombre es su infancia”. Siempre volvemos a ella.
5).¿En alguno de tus escritos narrás alguna experiencia personal?
De algún modo, en todos.
6).¿Con cuál escritor te sentís identificado y cuál es tu preferido?
Va por etapas. Ahora me enganché con Proust yu estoy leyendo una novela
de un chico de Córdoba llamado Marcelo Dughetti que me gusta mucho.
Ah! Y estoy leyendo a González Tuñón, es un autor genial.
Mi corazón está con Cervantes, con Arlt, son mis autores de cabecera.
7).¿Qué función crees que debe tener un escritor en la sociedad?
La función del escritor es escribir, inaugurar otro discurso. La
literatura es en sí un bien social. Tiene un lenguaje y una forma
diferente a otros discursos como la política o el periodismo. Y si me
preguntás, creo que la literatura es fundamental porque
al no tener una pretensión de realidad es la forma más potente de
plantear ciertas réplicas sociales, denuncias. Y aunque la literatura no
sea social, igual es un valor. Ella nos dice cosas que nosotros ya no
vemos...pero que igual están.
8).¿Cuál es tu sueño o meta, vinculado a tu tarea de escritora que te gustaría cumplir?
El título de escritora siento que me va grande. Soy una persona que
escribe para vencer su soledad, sus miedos. Escribir para no morir. Me
lo dijo un poeta de la calle: Horacio Sotelo. Cito: “porque estos
versos, me están salvando la vida”.
9). Por último: ¿Cómo das a conocer tus obras y dónde pueden adquirirse?
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