lunes, 27 de agosto de 2012

Abriendo el campo: Apuestas y estrategias discursivas en la literatura cordobesa sobre la marginalidad


XVII Jornadas de Literatura (creación y conocimiento) desde la cultura popular

Abriendo el campo: Apuestas y estrategias discursivas en la literatura cordobesa sobre la marginalidad[1]

Maqueta, miniatura de clásico cordobés "Talleres-Belgrano" 


Abriendo el campo…
En sus estudios sobre los fenómenos sociales, Bourdieu aplica un modelo de análisis en el que la sociedad es observada como un conjunto de campos relacionados entre sí y a, la vez, relativamente autónomos. De acuerdo a esta interpretación cada campo se constituye como un espacio de conflicto entre actores enfrentados por los bienes que ofrece ese campo. Las posiciones de los actores se determina por el nivel de capital en juego que hayan adquirido. Los diferentes tipos de capital son: el capital económico, que se encuentra constituido por los recursos monetarios y financieros; el capital social, conformado por los recursos que pueden ser movilizados por los actores en función de la pertenencia a redes sociales y organizaciones; el capital cultural, definido por las disposiciones y hábitos adquiridos en el proceso de socialización y el capital simbólico, formado por las categorías de percepción y juicio que permiten definir y legitimar valores y estilos culturales, morales, artísticos.
Veremos ahora de qué manera la literatura, mediante los textos seleccionados referidos a la marginalidad, puede analizarse desde la noción de “campo” de Bourdieu.


Primer tiempo…
Si pensamos que el fútbol es un campo, según la noción del sociólogo francés, podríamos observar de qué manera está constituido, pensando en los diferentes tipos de capital que entran en juego, con lo cual observaremos que la construcción textual de la desigualdad no queda sólo determinada por el nivel económico sino además por los diferentes factores que  intervienen al correr la pelota.
Vamos a tomar dos obras que se refieren a la problemática de la marginalidad en relación a este deporte: El Zonda de Adolfo Maretto y Devuelvan la pelota de Ángel Sebastián Ramia.
En “El Zonda”, podemos pensar que en la semiósfera social, la posición social del club --su nivel de capital social- se encuentra devaluado por su nivel de capital económico ya que se encuadra en un barrio Alberdi periférico de la Ciudad de Córdoba, carente de servicios fundamentales tales como el agua potable. De la “Av. Colón” para arriba, las cosas cambian y se transforman en lo que los actores –futbolistas- del club llaman “El Alto”, denotando el prestigio que estos habitantes tienen por su mejor capacidad adquisitiva. Como cualquier deporte, las buenas condiciones ambientales son clave para el éxito de los equipos que entrenan, sin embargo no son las únicas circunstancias que definen los resultados en la cancha.
Al interior de El Zonda, también se reproducen las diferencias. En nuestro país, por efectos de la descalificación hacia los migrantes nativos y los afrodescendientes, la tez morena es devaluada en tipos de capital social. El “negro Tuco”, sin embargo, posee destreza “futbolera”, con lo cual compensa su disminuido capital socioeconómico y simbólico, gambeteando en el potrero del barrio y adquiriendo formas de capital social, validados al interior del campo.
Los gringuitos Weber, tienen por su condición racial, mayor nivel de capital social al nivel de la semiósfera social superior “Córdoba-Argentina”, pero no en “El Bajo” de Alberdi donde la descalificación hacia las apariencias ha subvertido su orden hacia los gringos, por lo cual deben ganarse la confianza del Negro Tuco para ingresar al equipo.
Si bien éste último es marginal con respecto a la escala superior geográfica en la que se encuentra, tiene el liderazgo dentro de los códigos barriales por su impronta en el manejo de la pelota, como ya dijimos, lo que le confiere mayor capital simbólico en el lugar donde nace El Zonda para imponer sus códigos de validación social.
Lo que sucede es que el carácter sistemático de la estructura del campo se expresa en que los bienes que se ponen en juego en él no existen sino por la existencia del campo, no hay, por ejemplo, tal cosa como el prestigio o el estatus fuera de una determinada organización social, de un campo en cuestión en el análisis de Bourdieu.
Veamos qué ocurre con los cuentos de Ángel Sebastián Ramia en su libro Devuelvan La Pelota. Muchas de las historias renuevan el mito maradoniano, ¿cómo analizamos este fenómeno a la luz de la teoría de Bourdieu?
Uno de los efectos de las luchas en el interior del campo es la definición de la legitimidad con respecto a las reglas empleadas; los beneficios que el campo otorga se expresan fundamentalmente en forma de capital simbólico, es decir, del reconocimiento por parte de todos los participantes de que los dominantes poseen los bienes que determinan el dominio en el campo.
Así, Maradona adquiere gran capital simbólico y luego distinción social en el campo del fútbol por su destreza deportiva, lo que le permite acceder a mayores niveles de capital económico que posibilitarán mayores niveles de capital simbólico y social, a su vez. Por eso, en los clubes pequeños de barrio, sobre todo, el mito viviente Maradoniano se renueva en la ilusión de cada chico pobre –marginal económicamente- que desea jugar al fútbol.
Pero aunque todas las relaciones sociales se ejerzan en el interior de un campo —como por ejemplo el campo educativo o el campo artístico — un campo no se identifica sin más con la red de relaciones en que los individuos participan, sino que se define estructural y formalmente por las relaciones objetivas entre las propiedades y las trayectorias de los mismos.  De la manera que quienes tienen mayor tiempo en el equipo, también han sido dotados de mayor capital simbólico y social para juzgar a “los nuevos”.
En “Tan sólo un cuento de fútbol”, un muchachito humilde es invitado a jugar, por ausencia de jugadores, pero no posee capital social ni simbólico, al principio,  para el resto del equipo, de mayor trayectoria, que lo mira de reojo por ser “flaquito, chueco, morocho y petisito”, sin embargo mete un gol al equipo contrario y afirma su identidad en el partido.  Ramia, anota el poema de Ángel Cappa:
El fútbol le permitía/ y le sigue permitiendo/a un tipo de barrio/tener algo que a los pobres/ les arrebatan desde la cuna: el orgullo/Es decir, yo a partir/de una pelota de fútbol/soy alguien, /en el sentido profundo. /Me gano Así el respeto mío/y el de la gente” (Ramia, 2011:19).
Al final este jovencito dirá al narrador nombrarse  Diego y ser llamado “pelusa” con clara alusión al crack de Argentina.
Algo similar sucede en el cuento “El año del mundial” donde Sebastián Ramia hace mención a los manejos políticos del fútbol que se confabulan para favorecer a los equipos de los países más poderosos en capital económico en la semiósfera de nivel internacional: “el movimiento del fútbol mueve anualmente 250.000 millones de dólares. La mayor empresa del mundo es General Motors, que factura 170.000 millones  de dólares…” (Ramia, 2011: 54), palabras que pronuncia el presidente de la FIFA, allá por los años 94, donde el poderío económico de los países del primer mundo –según Ramia- hace sus tejemanejes al interior de la cancha e inventa el doping positivo de Maradona en este año, así como interviene en el “misterioso” accidente automovilístico de Pelé en 2007; lo que no impide que Brasil gane en 2006 y que en un futuro 2014 (imaginado por el autor) Cuba venza a Estados Unidos en la final: Lo que demuestra que el mito maradoniano sigue presente en la capacidad de que el campo “futbolero”, a nivel internacional, sea independiente a los bajos recursos de capital económico.


Entretiempo…
Cabe, entonces, preguntarse: ¿cómo el fútbol en la construcción literaria de la desigualdad económica, logra revertir las condiciones negativas de acceso a capital en la semiósfera superior en que se mueven?
Como herramienta conceptual para juzgar el panorama, podemos recuperar la noción de “estrategias de reproducción social” (también propuestas por Bourdieu) que no están completamente determinadas por factores estructurales, pero tampoco son el mero resultado de una libre elección individual, sino que conjugan ambas cosas: 1) las condiciones estructurales objetivas que operan como límite y 2) las condiciones estructurales subjetivas que operan como márgenes de posibilidad (V. Pavcovich, 2011: 24-28). Este concepto no acerca hacia la comprensión de los sectores pobres no desde lo que les falta, sino desde lo que poseen, una gama de recursos económicos, culturales y simbólicos, que les permite (pese a sus carencias) desarrollar diferentes posibilidades de inversión y reconversión, según los momentos históricos en que realizan sus apuestas.
Pero abramos de vuelta la cancha y veamos cómo estas apuestas y estrategias se desplazan en la representación literaria de la marginalidad en el cuarteto.


Segundo tiempo…
Principalmente nos centraremos en la representación de La Mona como personaje marginal que se construye en una “leyenda” a partir de su origen humilde y ascensión, al igual que el “mito maradoniano”.
En “El Marginal” el yo lírico en primera persona, identificable con la figura del cantante para su público, se constituye como el héroe de las clases populares que es “marginado” por formar parte de la clase popular, en un momento  (1995) en que los procesos de pauperización del menemismo habían tenido tales efectos, sobre todo para la clase obrera[2].
Su construcción mítica se refuerza además por el nombre de uno de sus cds. “Una leyenda en pie”. Al interior del campo, La Mona (y todo su aparato comercial) utilizan la figura del marginal para ascender espacialmente en el campo musical a través de los efectos de un capital simbólico que les permite a sus adeptos, muchos de ellos socialmente humildes como señala Hepp, identificarse con sus letras y asistir a sus bailes y/o comprar sus cds.
Cuando el “yo lírico” se configura como un ladrón, reaparece la construcción mítica del pobre oprimido por el poder corrupto que es una tradición fuertemente arraigada en la clase popular y que en literatura tiene una larga tradición desde el Martín Fierro, Juan Moreira y otros[3].
El pobre, de esta manera (así sea además o no un delincuente) representa mediante la figura del “ladrón noble” (el pobre que roba al rico) la injusticia que recae sobre su persona a raíz de la indiferencia del Estado y la desigualdad en la distribución económica de los recursos del país.
De la manera que La Mona y el aparato comercial que lo acompaña utilizan la figura del marginal estratégicamente para adquirir capital simbólico y social y materializarlo en efectos de capital económico, hacia el interior del campo musical; pero además para legitimar la construcción de su leyenda en la semiósfera social que constituye gran parte de su público consumidor. Con lo cual, la construcción del marginal constituye una estrategia discursiva en el campo de la música popular: Llamamos así a las operaciones discursivas tendientes a buscar la aprobación de lo dicho en los espacios legitimantes (público consumidor, pares, sectores influenciables de la política, academia, etc.) y a producir en la sociedad donde inscribe el discurso el impacto deseado. Recordemos que:

“las estrategias son procedimientos locucionarios o paraverbales -espontáneos o calculados- mediante los cuales el enunciador organiza y modaliza la enunciación y los enunciados, con el objetivo de generar o potenciar la fuerza ilocucionaria, tendiendo a producir determinado efecto perlocucionario” (Verdugo, 1994: 130).


Tiempo suplementario…
Pero veamos ahora qué ocurre ahora en el campo literario cordobés cuando se habla de marginalidad.  Podemos decir que es el cuarteto una “literatura marginal” con respecto al canon literario.  Hay quienes incluso dudan de la condición de “literatura” del cuarteto. Este género, al igual que la cumbia por ejemplo, se caracteriza  por la simplicidad de sus letras y porque es un objeto de consumo actual para las clases más humildes (aunque no sólo  para ellas) de nuestra sociedad.
¿Excluye esta “simplicidad” o falta de “adorno simbólico” de las canciones de resto de producciones discursivas que conforman la literatura cordobesa? Creemos que no, pues adoptar esta posición sería –según Grignon y Passeron- caer en una postura miserabilista y a la vez legitimista hacia la cultura popular: Por un lado analizar  estos textos desde el eje de comparación de relatos más elaborados que no son consumidos por este “público popular” (de clase social humilde y u originariamente obrera, que según Hepp, constituye desde los 90 la mayor parte de su público) y, en segundo lugar, analizar esta producción desde lo “que le falta” y no positivamente, a partir de lo que posee.
Sin embargo, creemos, a manera de hipótesis que esta “marginalidad” del cuarteto con respecto al “canon literario”  del campo de la literatura cordobesa y argentina es también una estrategia  del género para subsistir en el mercado y continuar siendo objeto de consumo de las clases populares que, al fin y al cabo, podrán estar seguras de que sus sentidos más profundos no serán tergiversados y podrán seguirle ofreciendo un objeto de resistencia simbólica frente al poder hegemónico. ¿Querrían estas literaturas  como la cumbia y el cuarteto, dejar de ser “marginales”, lo que, por ejemplo, ocurrió con el tango? Desde la óptica económica del campo de la música popular, consideramos que no. Aunque, por supuesto, como toda hipótesis aún está abierta a la discusión.
Como podemos ver, la literatura cordobesa hace uso de la figura del marginal con diferentes estrategias que pueden ser analizadas tanto al interior de los textos como encuadrándolos en el campo superior de la literatura cordobesa. ¿Y qué es la literatura cordobesa? Creemos que es lo que forma parte de un sistema literario que excede lo simplemente “estudiado” canonizado e incluido en los apuntes de las cátedras académicas, aunque este ensayo, paradójicamente, contribuye a suplir esa falta, con respecto al cuarteto, pero todavía queda mucho por dirimir y analizar al interior del campo y el final queda abierto…


Bibliografía:
 ALABARCES, Pablo. Fútbol y Patria. Prometeo Libros. 2007. Bs. As. Disponible en:http://www.nacio.unlp.edu.ar/claudio/af/futbol_y_patria.pdf
GRIGNON, Claude y PASSERON, Jean Claude (1989): Lo culto y lo popular, miserabilismo y populismo en sociología y literatura. Ed. Nueva Visión, Bs. As.
HEPP, Osvaldo T (1981): La soledad de los cuartetos. Editorial Letra. Córdoba.
JIMÉNEZ, Carlos (*) Selección de temas.
MARETTO, Adolfo (2006). El Zonda. Una historia de barrio ¡a la cordobesa! Ediciones del Boulevard. Córdoba
LOTMAN, M. Luri. (2000). La semiósfera: semiótica de las artes y de la cultura. Desiderio Navarro Editorial.
PAVCOVICH, Paula.  (2011). El barrio, lo social hecho espacio, Villa María, Eduvim. Cba.
RAMIA, Ángel Sebastián (2011). Devuelvan la pelota. La tía Producciones Editorial. Córdoba.
SÁNCHEZ DROMUNDO, R. A. (2007). La teoría de los campos de Bourdieu, como esquema teórico de análisis del proceso de graduación en posgrado. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 9 (1).Consultado el 20/08/12.
VERDUGO, Íber H. (1994) Las estrategias de discurso. Universidad Nacional de Córdoba.

CITAR ESTE ARTÍCULO.

VALLE, Mariana (2012) "Abriendo el campo: Apuestas y estrategias discursivas en la literatura cordobesa sobre la marginalidad". Texto presentado como ponencia para las XVII Jornadas de Literatura (creación y conocimiento) desde la cultura popular. Disponible en el sitio web www.ladoctaliteraria.blogspot.com, consultado el...(agregar fecha de la consulta).




[1] Mariana Celeste Valle. CIFFyH, UNC-Conicet. DNI 31868212

[2] “Si, mi viejo era muy pobre/ y no tenía pa´ darme de comer, /Dejé segundo grado /y tuve que salir a trabajar /Sí, a veces yo hago changas/ Y otras soy peón de albañil, /Pues no me dan trabajo/ si no soy perito mercantil /La sociedad dice que soy un marginado más, /la misma que me usa, para poder escalar /…”
[3] “Tanto tiempo sin trabajo, y con hambre mi familia/Algo tenía que encontrar, cuando acabe el/día Mi familia comerá puchero de/gallina La misma que yo robé, en la otra
esquina. / No, precisamente a comer, llego la policía/Me llevaron detenido, unos cuantos días Y/después de un largo sermón, la/ condena viene Me asentaron cinco años, por/ ser mala gente./Cárcel a un valiente, que la vida fue a/enfrentar. Cárcel a un valiente, por hambre/ha tenido que robar No digan que somos iguales/Cuando un delito hay que pagar Los chorros de/guantes blancos /Salen por la puerta de atrás.”

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