viernes, 1 de marzo de 2013

A la sombra de las tipas: Deseo, poder y placer


 
 

Según el léxico cordobés, se le llama "tipas" a los árboles que adornan de lado a lado La Cañada. " Desde el norte de América del sur a la provincia de Tucumán. Córdoba no es su ambiente nativo pero las Tipas de La Cañada se adaptaron muy bien, hasta su corteza negruzca disimula el hollín de los autos. De día las Tipas son el filtro del sol, dejando pasar apenas hilos de luz que luego se llevará el arroyo; de noche las Tipas son los quietos testigos guardaespaldas mudos de las prostitutas de Güemes" (Fuente: "Nosotros los Cordobeses", web)


Por extención, se les suele llamar directamente "tipas" a las prostitutas que trabajan en el centro de nuestra Ciudad. El libro de Cristina Luz, Orgasmo, es una "autobiografía bárbara" donde la protagonista y escritora refiere su propio pasado de condena y pesadumbre a causa de la práctica del "oficio más viejo del mundo". Con prólogo acertado, pero no muy expeditivo, de la vocera principal del Consejo de la Mujer provincial, la sra. Olga Riutort, este libro es una joyita de nuestra producción literaria, y no lo es por la estética de la prosa en sí, sino por la problemática que actualiza: la explotación sexual de la mujer en un país que, lamentablemente, está marcado por la violencia de género (los números de "feminicidios"- ya reconocidos por el código penal vigente- aumentan con cifras escalofríantes y nadie olvida el triste deambular de la mamá de Marita Verón buscando una justicia que no llega). Desde el punto de vista estrictamente formal, la narración es simple y frontal y gana en velocidad narrativa a medida que pierde cuando inútilmente busca un tono poético que no encuentra. Podría encuadrarse genéricamente en la línea de los relatos de la "no ficción", que genialmente fueron expuestos por el gran Rodolfo Walsh. Aquí se describe un hecho ilícito desde el punto de vista policial, pero quien lo ejerce difícilmente podría ser calificado como victimario para quien lo lee, más bien está del lado de la víctima, que padece de la horfandad, la indiferencia social, el abandono sistemático de todo sostén familiar afectivo, la miseria y luego, finalmente, la violencia de género.

Orgasmo es un relato de iniciación al mundo de la prostitución, donde la protagonista aprende a acatar sumisamente los códigos que las más antiguas en el trabajo han diseñado: no besarás, no sentirás placer, no te enamorarás.

Cristina Luz encarna desde jóven el poder hegemónico que el hombre detenta aún en nuestras sociedades modernas. Cuando adolescente, es violada por un joven de alta alcurnia y, si bien, su madrastra conoce de la situación, por su postura machista la culpa a ella de todo.
Cuando crece, Cristina se transforma en "servidumbre" de un hombre violento que la obliga a trabajar para consentir todos sus vicios (en la droga fundamentalmente) y caprichos, sometiendola a todo tipo de vejaciones y humillaciones.
¿Pero, desde cuándo surge esta hegemonía del sexo masculino sobre la mujer y por qué decimos que el libro de Luz es un relato revolucionario aún en nuestro tiempo?

La tradición del poder patriarcal y la supremacía de la virilidad y la honra masculina proviene de la tradición judeocristiana y griega, pero no está ausente en nuestros días. Para Levinas, descubrir el entremado que originó esta supremacía nos invita a problematizar  la hipótesis de que cada categoría que empleamos para conceptualizar la realidad comporta una categoría-otra que aunque desconozcamos, aún se deslice  en el secreto. De ahí que si no problematizamos la hegemonía de sentido de las formaciones discursivas de la modernidad, como su carácter masculinizante y de órden lógico formal, seguirá imperando una ceguera respecto de los sentidos que deambulan en su alteridad; la cual constituye una componente de su propia formación discursiva (Levinas, 1997)
¿En que medida se ejerce sobre el sexo una relación de poder? En un sentido lato, entendemos por poder la capacidad de hacer de un sujeto. Es decir, un sujeto tiene poder en la medida en que, a partir partir de sus recursos materiales, sociales, simbólicos, pueda hacer una determinada cosa.

De este modo, poseerlo permite imponer determinado modelo de acumulación y establecer las reglas del juego político y el orden social. De ahí viene el atractivo y placer que produciría la proximidad  a los sujetos o lugares sociales que proyecten detentar algún tipo de poder.
De esta manera, el poder se asume como un proceso (no como un recurso) que implica una tensión permanente entre los sujetos  que entran en relación  y, por ende, nunca está en su totalidad en alguno de los sujetos que interactúan. La riqueza de esta perspectiva es considerar el ejercicio de la “resistencia” como elemento consustancial del poder. Sin la presencia de la resistencia, el escenario no sería de poder sino de dominación.

Como toda relación de poder, en el espacio sexual o, en términos amplios, en los espacios de intimidad, las relaciones comportan una competencia por imponer al otro la dirección del encuentro sexual o íntimo.
Foucault remite a la Grecia Clásica para demostrar que los actuales patrones culturales de la sexualidad que aparecen en la primera modernidad  europea: siglos XVIII y XIX se remontan a la Antiguedad.
El trabajo genealógico subraya la problematización moral de la sexualidad  entre los griegos y la forma en que ello contribuye a la articulación de sumas  o teologías del cristianismo que hicieron énfasis en el disciplinamiento de las prácticas sexuales orientadas hacia la reproducción, alejándolas de la consecución del placer.
Para el sociólogo, la moral griega fue una moral “pensada escrita  y enseñada por hombres y dirigida a los hombres, evidentemente libres. Por consiguiente, moral viril en que las mujeres sólo aparecían en título de objetos o, cuando mucho, de compañeras a las que había que formar, educar, vigilar, mientras estaban bajo el poder propio y de las que había que abstenerse, al contrario, cuando estaban bajo el poder del otro (padre, marido, tutor) (Foucault, 1998: 24).
La mujer griega no tenía ningún poder sexual e incluso se legitimaba la relación extraconyugal, y hasta era bien vista, del marido con otro hombre libre.

La moral griega no refería mucho a la relación heterosexual, más que para la procreación y en cambio enfatizaba el interés público que la relación homosexual ejercía en la polís.
El sexo enlazaba el poder político con el rol activo del hombre adulto con un joven libre, pasivo y dominado en tanto no decidía sobre su búsqueda de placer, por lo cual se le calificaba despectivamente como  de rol “femenino”. Incluso como para los griegos el placer implicaba una situación de poder, esto hacía que  se resistieran incluso  a pensar que  estos jóvenes penetrados podían sentir placer.
La marca del poder era, entonces, la situación anorgásmica bajo la cual quedaba el "dominado"  en esa relación. Tanto el jóven dominado, como la mujer dominada, debían responder a ese mandato implícito en la esfera pública.

Algo similar ocurría en la la tradición judeo-cristiana donde,si bien no se explicitaba, la ausencia del deseo enla mujer, se enfatizaba su rol pasivo y la preeminencia del hombre sobre ésta.
En la relación cristiana, el sexo era legitimado como conservación de la especie y la mujer tenía un lugar de subordinación. Para santo Tomás de Aquino: a)el coito tiene carácter natural porque así lo dispuso Dios; b)pero está destinado a la conservación de la especie humana; c) en lo que el hombre tiene preeminencia sobre la mujer porque, si bien ambos aportan a la concepción, la simiente de la mujer es imperfecta a causa de la propia imperfección natural de su sexo (Ortega, 1987)

En el relato de Cristina Luz, todo el tiempo se enfatiza la relación entre su posición subordinada en una sociedad machista con la incapacidad de sentir deseo. Queda embarazada después de una violación y, en sus sucesivas, concepciones sigue aún sin experimentar nunca el goce del sexo. En su trabajo, la anorgasmia es una condición pautada por las más viejas en el oficio, para quienes "experimentar el orgasmo implicaría un desgaste físico y emocional que perjudicaría su profesión".
La prostituta está claramente en la situación más grande de dominación a nivel sexual, ya que el contrato de "venta" de su cuerpo legitima incluso el "uso" de su cuerpo como objeto de placer.
 
Sin embargo, se reconoce la existencia de la resistencia en lo que hace a la competencia que tiene para  decidir con quién tener sexo o a quién servir como objeto sexual aún cuando  mediara en este decisión un interés de tipo material. En este sentido, el “arma” de seducción implica una resistencia pues quien puede seducir puede tener más posibilidad de decidir.  Como Luz es jóven y bella, al principio tiene la "suerte" de contar con una buena clientela, que incluye a los fetichistas que sólo pagan por la conversación y el extraño servicio de satisfacer a su manías (observar el pie es una de ellas).
Con el apoyo económico de estos hombres, Luz de a poco va forjando un destino diferente para ella y sus hijos. Cuando la justicia interviene, se aleja de la violencia intrafamiliar que provoca su marido y se transforma en el único sosten emocional y afectivo de su propia familia. El rompecabezas de su identidad se completa con el acercamiento a su madre. De a poco, la protagonista va ganando confinado y paulatinamente se distancia cada vez más del ámbito prostibulario.

Con uno de sus ex clientes, Cristina experimenta por primera vez un orgasmo. La rueda ha girado y la ha convertido a ella en una mujer libre y capaz de decidir su propio destino incluso en el ámbito íntimo de su sexualidad.
Orgasmo narra la búsqueda del dominio del propio cuerpo y de la palabra. Todo el relato está orientado por esa búsqueda contínua del placer. El encuentro con la palabra escrita viene después del encuentro con el cuerpo mismo. Cuando el sujeto  antes dominado puede impimir su soberanía sobre la piel desnuda de su cuerpo y el papel en blanco.
 
Bibliografía:

Foucault, Michael. (1998)Historia de la sexualidad. Tomos I, II, III. Siglo XXI. México.
Levinas, Emmanuel. (1997) Ensayo sobre la exterioridad. Salamanca. Sígueme.
 Medina Carrasco, Gabriel (2002). Centro de Estudios Sociológicos. El colegio de México. Revista Nueva Antropología, número XVIII. En http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/61/cnt/cnt3.pdf
Ortega, Sergio (1987) . El discurso teológico de SantoTomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales. En AAVV. El placer de pecar y el afán de normar. Seminario e Historia de las mentalidades. México.

2 comentarios:

  1. Pidaselo a la administradora del blog. No tendrá inconveniente, aunque es una joyita inhalllable en otro lado.

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