viernes, 6 de septiembre de 2013

Ciudad de exiliados: Revolución y revelación




He querido hacer desde que la leí un ensayo sobre Mariposas del Terremoto, la novela de Graciela Berti.

No me ha salido, tal vez porque es de esas novelas que no leí “por estudio”  sino sólo por placer y sin ánimo de encontrar nada más que el goce de las palabras. Una de esas novelas que las mujeres leemos "porque sí", para celebrar nuestro derecho al hedonismo y este apertura a mi visiòn de la novela es clave porque veo aquì una manera diferente de narrar el dolor, tambièn desde el deseo. 

Ubico a Berti junto con las autobiografías del exilio y la guerra, con Tununa Mercado y Fogwill.
Su narrativa es peculiar en el campo literario en Córdoba. Sin ser novela histórica -aunque elija un trasfondo histórico- porque  elude los golpes bajos de otros autores y estratégicamente se niega a la precisión documental (lo cual le permite ganar terreno en el tono intimista y en la construcción de los personajes).  

Se trata de una novela autobiogràfica de quien viviò el horror dictatorial en primer plano y con la muerte de su hermano. 

El tema del exilio es el eje de la trama. El exilio exterior es un excurso para hablar del exilio interior y el proceso de iniciación de la autora en el mundo libertario, el imaginario anarquista del "amor libre",  la utopía de la isla desierta de Bakunin: el goce pleno de la sexualidad y el conocimiento de las artes y la filosofía.

Tal como lo dijo Puig cientos de veces en boca de su memorable personajes, “el derecho a la diversidad sexual y el goce pleno es el reverso de la revolución” (una frase plena en el homosexual de El Beso de la Mujer Araña) No hay tal cosa como “autonomía” si no se desafía a la ley primera: la ley del padre.

Detras de la mirada polìtica, estaba el tema del deseo porque represiòn y rebeliòn se jugaban una carta clave a tono con las "estructuras de sentir" de dichos años. 

Cuando comenzaba la etapa más feroz de la represión dictatorial, miles de jóvenes en todo el mundo celebraban el auge del feminismo en su segunda etapa, la que en los años 60 quedó inmortalizada en el personaje de Quino, con un globo terráqueo como juguete y con sueños de presidente y no de ama de casa o estrella de Hollywood.

Las mujeres vestían pantalones, escuchaban a los Beatles, tarareaban "La Balsa" y recubrían sus libros de Marx con tapas de  recetas de cocina. En la cultura de las catacumbas se definía el nuevo perfil de la mujer y su rol político. En ese entonces, era más provocador y encantador dibujar un circulo de humo con un habano y citar a Sartre que ponerse las pantimedias y delinearse con rouge.

El boom editorial de los 60 continuaba aún en América Latina y Cuba seguía siendo esa isla idílica que demostraba que los sueños SÍ ERAN POSIBLES, como pensaban los manifestantes del "Mayo Francés".  Los estudiantes peleaban por sus derechos y se aliaban con la clase obrera en El Cordobazo

El término exilio apareció por primera vez en la Biblia, una isla de híbridos, mitad inocentes, mitad culpables. Un calabozo gigante y sin barrotes visibles hecho para separar de la ciudad a los “acusados” que tampoco podían ser apresados en tanto no se dictara una condena sobre ellos.  (Ver: Levinas)

No era posible volver, pero tampoco irse definitivamente. La autora debe reconstituirse, de ahí el tono introspectivo de la obra, el tema del lenguaje que también se ve “En estado de Memoria” de Mercado… “¿cómo hacer que estas palabras sirvan para construir y no destruir, para aproximarnos y no alejarnos?”

Una novela de iniciación sobre la sexualidad y la política. Una muerte al final: la de la clase burguesa y sus falsos imperativos (claro que sí, los primeros muertos fueron los burgueses, esos jóvenes que enterraron sus privilegios de clase para luchar por la revolución). 

El abismo prometedor de un mundo que se reabre entre las cenizas de los muertos y la melancolía de los días pasados. 
COMO MARIPOSAS, DETRÁS DE LOS ESCOMBROS, DISPUESTAS A VOLAR AÚN A COSTA DE QUEMARSE LAS ALAS CON EL FUEGO DEL SOL.

(*) La anécdota la menciona Emmanuel Levinas en El Humanismo de otro hombre. 

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