domingo, 24 de noviembre de 2013

Lo pobre lindo, lo pobre feo, lo pobre bueno, lo pobre malo, lo pobre... ¿cierto? : Modos de representación de sujetos marginados en la literatura argentina





Forastelli es un crítico excepcional de la pobreza pos-neoliberal circunscripta, sobre todo, a la "historia de la verguenza" del fracaso en los 90 con su estallido social en el año 2001.

La obra de Forastelli, sin embargo, no se limita sólo a este plano histórico sino que hace dialogar a casi un centenar de autores argentinos que han re-presentado la pobreza desde distintas retóricas y políticas discursivas. 

Lo pobre subsiste en literatura como melodrama, como épica, como "pintoresquismo", como nefasto y "sucio" y...¿cómo cierto?

Por ejemplo la épica tiene el rasgo de ennoblecer a la miseria. Un personaje popular, un héroe romántico enfrentándose al destino, a la injusticia, a la legalidad que promueve la ilegalidad del estado. Un Jean Vall Jean o un local Martín Fierro. Esos ladrones nobles robandole al poder de turno, mofándose de su doble moral, cantando al pueblo. Un Fierro, un Moreyra, un Cruz. 

La épica, claro, escoge un héroe para representar el destino de una Nación, pero tiene un defecto: es un relato del pasado, están todos muertos. Léanse, por ejemplo, las acusaciones de Rama sobre el Martín Fierro. El progresismo y el trasfondo ético del poema está perjudicado en la desaparición del sujeto que reclama (el gaucho, como tal, ya convertido en peón rural en el período de la agro-exportación masiva). 

Recordemos, también,  el gran debate sobre el  final condescendiente del héroe libertario de la primera parte -que hasta inspiró al maximalista Ghioldi a un relato anarko- y su aprobación al nuevo régimen nacional. Un servidor de la Patria, pero que tiene que desgarrarse sobre cada punto cardinal en su lucha para sobrevivir. 

Por otro lado, el "horror pánico" del hambre, con lo horrible que ello es, puede también sublimarse, despojando a la psiquis de lo perturbador del momento real e idealizándolo. La pobreza, como tema, genera lo que la tragedia griega: piedad y temor. Porque no quisiéramos admitir que ni las máquinas pos industriales nos salvarán de aquella incertidumbre de "caer" en la pobreza, en los infiernos, en lo que no queremos reconocer como propio del género humano, ni contemplar la miseria propia.

Cuando se sublima, surge lo "pobre lindo", el Juan Muraña y las historias de arrabales, fascinantes y hasta con ribetes filosóficos. Son esas historias borgeanas de quien miraba ese mundo en la seguridad de una casa pintoresca de Buenos Aires y con cierto aire melancólico ante los avances de la modernidad incipiente. 

Lo pobre lindo está en Borges, en Mujica y en algunos sainetes de los 20. 
Lo "pobre lindo" no sucumbe al "horror pánico" del hambre (Marx). Del otro lado está lo "pobre abyecto", lo "pobre mugre".

 El sensacionalismo naturalista de El Matadero. La literatura y sus nobles formas que "se suicidan" como el unitario. Tal como lo dice María Rosa Lojo: Porque para narrar la pobreza, la literatura (el modelo de "bellas letras") se suicida o revienta de horror y se muerde la lengua para no gritar.

Lo pobre feo es el "populacho peronista" o  "la chusma irigoyenista" además de la "barbarie federal". Es el horror de un joven "culto" envuelto en un baile popular en Las Puertas del Cielo (cuando Cortázar aún no soñaba con la revolución, tal vez por su extrema proximidad para comprender los avances revolucionarios de las masas en su propio país). 

Hoy, para Forastelli:

Lo lindo pobre se ha dislocado completamente, y ciertamente hoy tenemos la pobreza sin lo lindo. Construido en las primeras décadas del siglo XX para negociar y pacificar conciencias frente a la activación política, social y económica del populacho, lo pobre lindo carecía de cualquier tipo de referencia a la peligrosidad y al complot como secretos; alisaba ese revés de lo conocido que se formaba con la disolución del confín de la ciudad y la sociedad tradicional;celebraba la emergencia de la orilla o el arrabal. Borges lo describió así alguna vez: ´La calle era de casas bajas, y aunque su primera significación fuera de pobreza, la segunda era ciertamente de dicha. (ver cita al final).

Ya no hay ni un tango que mencione su discreto encanto de bulevar sombrío, de callecita y recoveco misterioso, ni de burdel alegre, ni de baldío aciago para escribir versos. 

Lo "pobre feo" está más a tono con las retóricas herederas del "realismo sucio".  
Pero sería peligroso encasillarse sólo en dicha tendencia. Afortunadamente, la nueva narrativa argentina se nutre de formas y creencias populares y le da vida a nuevos relatos "polifónicos".

Éstas nuevas retóricas enfrentan lo "pobre malo", pero también lo "pobre bueno".  La idea del "buen salavaje" rousseauniano -el ideal retorno del humano a su estadio natural-  se condena por su ingenuidad. 

Personajes que pululan en estas nuevas narrativas presentan el prisma más complejo que tal vez jamás haya  dado la literatura. 

"Lo pobre malo" no es tampoco el eje de novelas como "El Campito" O "Rock Barrial". Lo positivo de tales re-presentaciones es el lugar concedido a las "narrativas de la ciudadanía" dentro del eje de la subalternidad.

Eso cuestiona toda la línea del "pobre" sólo como actor de las "narrativas de la criminalidad" (un Moreyra o un Fierro o la prostituta de los Siete Locos eran, al fin y al cabo, siempre prófugos de la justicia; los lumpenes sólo podían gozar de un lugar secundario en las narrativas proletarias de Boedoo o en los sombríos personajes de los policiales, como "pobres malos"). 

Y...¿lo pobre cierto?

¿Recuerdan aquél relato de Kafka: Un artista del hambre?

Un hombre que posee la cualidad de no alimentarse y ello se convierte en mercancía al mostrarse en un circo.

Vaya paradoja del capitalismo: todo puede ser "comercializado". Pero, ¿cuál es el valor de "uso" del hambre?, ¿qué se hace con el hambre más que la mirada absorta de un público fascinado?

También hay hoy, artistas del hambre. Nuevas subjetividades, autores de los márgenes que miran la pobreza como el entorno "real" de sus vidas y no un mero aproximamiento ficcional.

Horacio Sotelo, Camilo Blajaquis, Cristina Luz, el Negro Chetto, Washington Cucurto. 

Pienso en el relato kafkiano: el horror del hombre que vende su hambre no está en dicho acto sino en la indiferencia del público que, al buscar nuevas formas de "divertimento" y asombro lo reducen a "NADA".

¿Qué era el ayunador si no "vendía" su hambre? Sin valor de uso su hambre no valía nada y el tampoco. Lo patético y atroz del cuadro kafkiano es ello. 
Cuando la gente le acerca comida y se niega a comprenderlo como artista viéndolo en cambio como un "loco", el hombre adelgaza de pena -lo que jamás le había ocurrido- y muere.

Pero el ayunador no se sacrificaba en su hambre. Ello era natural para él. Nada podía colmar su hambre además y por eso se había resignado a padecerlo dignamente y hacerlo "arte". 

Con ello quiero explicar que no sólo los pobres conviven con nosotros. También son artistas. 

Pienso que no debiéramos robar su dignidad y matarlos con la indiferencia. ¿ Y lo pobre cierto?No hay una mirada exacta sobre la pobreza. Como un tema complejo y de sinfines de aristas sólo puede producir aproximaciones. Aún en estas nuevas "autobiografías bárbaras", hay diversas maneras de enmarcar un mismo referente, la pobreza.

Pienso entonces que la literatura es como un gran caleidoscopio: la mirada exacta no se incluye, porque no hay tal posibilidad. 



VER: Forastelli, Fabricio (2006).  Lo pobre lindo.Las nuevas formas de exclusión social y represión en Argentina.  En http://www.berlinsur.org/pages/miradas/pobrelindo.htm

Lojo, María Rosa (1999). La "barbarie" en la narrativa argentina: siglo XIX.  Corregidor,Bs. As. 

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