viernes, 16 de diciembre de 2011

El otro, el mismo


Vista nocturna de La Cañada

El flauner de Baudelaire es el paseante solitario, observador anónimo, caminante errante que trata de captar entre los intersticios de la ciudad, de cada esquina, de cada calle, de cada rincón todo aquello que sus sentidos sean capaces de registrar. Es el individuo frente a la masa, sintiéndose siempre “fuera de”: del sistema, de lo “políticamente correcto”, de lo convencional. Es el tipo improductivo, que tiene un empleo que reconoce como un tanto absurdo y que a una edad madura no “ha sentado cabeza” ni pretende hacerlo, no es el padre de familia ni cumple el rol de proveedor más que para su mera subsistencia. Este es el registro donde podemos ubicar las “autobiografías” o “construcciones del yo” de los dos “ivanes” (Wiellikosielek y Ferreyra). El primero es periodista, por lo menos hasta que queda cesanteado, y el segundo tiene una labor administrativa en un club que produce angustia a sus socios: Talleres de Córdoba (sin ánimo de herir susceptibilidades, lo dice el autor). Es el escritor por vocación que no pudo hacer de esta actividad un ingreso estable y que es absorbido por otras tareas dentro del sistema, siempre en la esfera terciaria que, ya de por sí, genera una cuota extra de absurdo y alienación a la del obrero, pues se mueve entre pilas de papeles, alejado de la materia.
De la infancia en pueblos del interior –Ballesteros el primero, Canals el segundo- llegan a la urbe desplazados también del lugar de origen. Sin embargo, no existe el mito de la juventud perdida ni el plano de lo campesino vinculado a lo idílico. Wiellicosielek se aleja de una madre depresiva y de un padre violento que de por sí ha estado bastante ausente en su vida. En las calles céntricas  y suburbanas de Córdoba se encuentran con la visibilización externa de su mundo interior desgarrado: una ciudad pétrida, mugrienta, hedienta. Este paisaje suburbano les devuelve la proyección exacta de su sentimiento predominante: la angustia. Para Freud La angustia es una experiencia emocional penosa producida por excitaciones de los órganos internos del cuerpo. Estas excitaciones son provocadas por estímulos internos o externos y están gobernadas por el sistema nervioso autónomo. Por ejemplo, cuando una persona enfrenta una situación peligrosa, su corazón late más de prisa, respira rápidamente, se le seca la boca y las palmas de la mano transpiran” (Hall, 1996: 70).
La angustia difiere de otros estados penosos, tales como la tensión, el dolor y la melancolía, por alguna cualidad específica de conciencia. No se sabe con precisión qué determina esa cualidad. Freud pensó que podía ser algún rasgo característico de las excitaciones viscerales mismas. “Angustia” es sinónimo de miedo,  Freud reconoció que cabe tener miedo a peligros tanto internos como externos. Distinguió tres tipos de angustia: angustia real u objetiva, angustia neurótica y angustia moral. En el primer caso el miedo se origina en el mundo externo; en el segundo caso la amenaza consiste en una elección objetal instintiva del ello: una persona tiene miedo de ser dominada por un impulso incontrolable de cometer un acto o de tener un pensamiento que le serán perjudiciales; en la angustia moral la fuente de la amenaza es la conciencia del sistema superyoico que se teme transgredir por un acto o el mero pensamiento. Cada víscera de El resentimiento- novela de Iván Ferreyra- avanza en esta dirección angustiaste hasta el último capítulo: “¿quién dijo que yo no tengo miedo?”.
En ambos casos la angustia parece tener un origen neurótico, el temor a los propios impulsos o, en otros términos, a lo que se desea. Impulsos destructivos que devienen en autodesetructivos, en autohumillaciones. Las múltiples experiencias sexuales de los escritores con amantes ocasionales están atravesadas por pulsiones de vida y de  muerte. Las pulsiones de vida están localizadas en el Eros, en el instinto sexual y no sólo en el acto, son las manos “antisépticas” (término frecuentemente utilizado por Ferreyra) de las mujeres que lo rescatan de su conciencia de putrefacción y muerte y de la pasividad y la inercia en el caso de Wiellikosielek. Sin embargo el sexo también está movido por una pulsión de muerte ya que  tiende a la reducción completa de las tensiones, es decir, a devolver al ser vivo al estado inorgánico después del orgasmo. 
Los autores depositan sus impulsos destructivos en el afuera, en la ciudad apestosa, en las noticias aberrantes de los informativos y, en el caso de Ferreyra, en el desenlace trágico de la vida de “El Polo”, su personaje literario (narración en abismo), que mata su única esperanza en el porvenir, aniquilando su posibilidad de paternidad.
La de ambos, son narraciones escatológicas. Al hablar de escatología podemos referirnos tanto a aquello que está más allá de la muerte, como a los excrementos y desechos. En la primera acepción el término proviene del griego “ésjatos” (último) y alude al conjunto de creencias y doctrinas concernientes a la vida de ultratumba (Bourke, 2005:5). Revolver entre los desechos de la propia vida y de la ciudad mediante el acto de la narración es una manera de superar el temor a la muerte y la fascinación por ella (curiosa paradoja), el miedo hacia lo perecedero, lo fugaz de la existencia.
El impulso de muerte que se deposita en el origen de una angustia neurótica es arrojado sobre el mundo exterior que les devuelve, a la manera de espejo, la conciencia degradada de sí en una ciudad infectada por la mugre y la desidia: “los escenarios por los que se mueven estos hombres se parecen demasiado entre sí. Calles estrechas bajo pálidas luces, casas pobres sin revocar, pedazos suburbanos de viviendas pobres y ese decorado de hombres sin presente que van y vienen como sombras en la tarde” (Wiellikosielek, 2006: 106). El "otro" es el mismo, el mismo siente conciencia de otredad y por eso extrañamiento de sí mismo, temor de sí mismo, angustia de sí mismo y al encontrarse con "el otro" en el paisaje de la pobreza suburbana descubre su propia soledad y auto marginación, la misma de estos "nadies" que resisten día a día del hambre y del olvido.

Bourke, John Gregory (2005). Escatología y civilización. Circulo Latino. SL Editorial Bareclona.
Ferreyra, Iván (2005). El resentimiento. Ediciones Recovecos. Cba
___________ (2007.). El hombre que ganaba por cansancio. Ediciones Recovecos. Cba
Hall, Calvin S. (1996). Compendio de psicología freudiana. Editorial Paidós. Barcelona.
Wiellikosielek, Iván (2006). Los ojos de Sharon Tate. Editorial Llanto de Mudo. Cba




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