sábado, 3 de diciembre de 2011

Iván Wielikosielek: Desarmadero de hombres


En su Historia de la mierda, Dominique Laporte explica “si se altera, por poco que sea, la relación del sujeto con su mierda, no es sólo la relación con su cuerpo lo que se modifica, sino su relación con el mundo y la representación que él se hará de su propia inserción en lo social”. En los fragmentos cotidianos que Wilikoselieck escoge para narrar su vida, la pobreza suburbana es la contratara del mundo aséptico de los hombres devorados por la mercancía y el consumo en el escenario de la modernidad. Los pobres son el “excedente” residual para una ciudad mayormente indiferente que los arrastra a las “alcantarillas” del suburbio, en los territorios oscuros del centro donde conviven pobres: honestos, hampones, explotadores y mujeres de la “mala vida” entre niños hambrientos como perros abandonados". Es el “Desarmadero de Hombres” que se devora las personas como lo autos demantelados, lo que no sirve: se arroja.

Pero este suburbio no es sólo el espacio del “hedor” para el burgués, también es un sitio a donde buscar  compañía cuando “por las noches la soledad desespera” como dice la canción.

El mismo espacio del placer que exhibe sus productos más selectos en los escaparates, los letreros, las vidrieras, territorio hecho para el "goce y el disfrute" de los sentidos a través del consumo se transforma de noche en el reverso que condena al lugar del crimen -la "zona roja"- hipócritamente aquello que promulga: la compra de lo deseable.
Nuestro autor del nombre difícil, en sus paseos diarios bajo la “zona de la angustia arltina” (esa que impregna  bajo sus sentidos seres, lugares y cosas con esa "nube tóxica" invisible hecha de angustia existencial) , describe cómo el burgués reprime diariamente sus instintos sexuales con eyaculaciones secretas a espaldas de sus mujeres y sale a satisfacer sus deseos con las mujeres marginadas de la gran ciudad.

La prostituta, por la fuerza de su sexo, conoce el secreto de sus clientes: “yo también soy mierda” a la manera de una confesión, como explica De Certeau: "La voz sólo puede ser del otro, el enemigo. Ella debe ser a la vez escuchada y reprimida: escuchada porque dice la podredumbre del sujeto; ella garantiza o restablece una “pertenencia” –pero en secreto, para no comprometer la imagen de la cual la institución obtiene su poder de asegurar a sus afiliados el privilegio de ser reconocidos-. Será exigida, pero para ser cuchicheada en los corredores íntimos de las instituciones (De Certeau, 2007: 132). La prostituta es apta para esta confesión porque viene de afuera y el testimonio descubierto por ella puede ser exorcizado, amordazado bajo el signo del dinero que reescribe en la legalidad del mecanismo capitalista el hecho ilegal.
El punto de contacto entre el mundo suburbano y el mundo burgués es la mierda: la mierda que se arroja diariamente para que los “pobres perros guachos” que lamen el Mercado de Abasto, los únicos “libres de pecado”, tengan para subsistir un día más. Pero no sólo los desperdicios son absorbidos por los marginales, también las almas desahuciadas los "hombres desarmados" que buscan noches de amor y que en éxtasis confiesan el terrible secreto. La prostituya restituye un orden cósmico, el ying y el yang, lo femenino y lo masculino, la riqueza y la pobreza (como el dios Viracocha de los incas) y conjura el hedor de la ciudad maldita que desarma, restableciendo la unión de la comunidad, un lugar para el amor:
“Dale, mi amor, dale… Damela… (le dice la mujer) “Y vos dame tu vida”, pienso (…) “Bendita seas donde quiera que estés y dame tu vida, el beso de tu vagina acabada y redimida. Porque yo mismo necesito del sexo de tu corazón y la palpitación sensible de tu cuello de botella dilatado entre tus piernas que no hace distinción entre ricos y pobres. Porque si yo pudiera intercambiar en un trasplante psicótico mi corazón por tu vagina, creo que sería un tipo más comprensivo. Y si tu vagina fuera mi corazón hendido en dos mitades, creo que mi pulso sería más feliz entre tus piernas” (Wiellicoselieck, 2006: 43). 


VER: DE CERTEAU. M (2007) La invención de lo cotidiano. Volumen I. Artes del hacer.  Barcelona
LAPORTE,D (1999) Historia de la mierda. Ed. Pre-textos
WIELIKOSIELEK.I (2006) Los ojos de Sharon Tate. Ed. Llanto de Mudo. Cba
_________________ (1997) Desarmadero de hombres. Alfa Ediciones. Cba
_________________(2007). Funerales en la tierra. Llanto de Mudo.Cba
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