Marginales en la noche
La novela Letra Muerta de Cezary Noveck y Guillermo Bawden plantea una
Córdoba apocalíptica enfrentada a los zombies con reminiscencias del cine de
terror y la historieta, especialmente El
Eternauta de Oesterheld. Todo comienza en un futuro distópico de la
Argentina -gobernada por Mauricio Macri- a partir de una serie de “turbas” de
los vecinos en reclamos que son duramente apremiados por los gendarmes.
En ese contexto de violencia callejera
y protesta social, las primeras noticias
de esos hechos están obstaculizadas por el mismo gobierno, según deja ver uno
de los pocos medios que trata de registrar lo ocurrido a lo largo del relato:
Cacerolazos. Vecinos
de la Capital Federal se concentraron frente a la Casa Rosada para manifestar
su descontento por la falta de respuesta del Gobierno Nacional ante los
reclamos sobre los niveles inéditos de violencia que se vivieron en las calles
de Buenos Aires durante la última semana. La policía disparó balas de goma para
disuadir a los manifestantes, dado el
nivel de agresividad presentado. Sin embargo, horas después, un cordón de
gendarmería impidió el acceso a los medios en las inmediaciones. Desde hace
nueve horas que se desconoce el paradero de nuestros enviados especiales desde…
(Bawden, 2012:11, 12)
Los primeros informativos destacan la
violencia como hecho aislado[1],
pero ya van presagiando el clima enrarecido del fantástico a disposición de los
lectores con bastante dejo de ironía hacia el contexto en que se desarrollan
los hechos.
En este caso, el texto de ficción crea
un escenario distópico, pero verosímil, donde el “macrismo” -la oposición del
kirchnerismo caracterizada por varios estudios como la versión más representativa
del neoliberalismo y la derecha más ortodoxa- ha tomado el poder y se dispone a
reprimir a las masas enfurecidas en las calles.
Pese
a la muerte del vicepresidente Rodríguez Larreta a manos de una turba de
peatones fuera de control durante un acto público, este mediodía, el presidente
Macri no suspenderá su viaje diplomático a Suiza. (…) Al parecer, esto es
mundial, el diario habla de combates en Córdoba, Rosario y Buenos Aires y da
instrucciones de cómo proceder con los muertos en cada caso. Nada de entierros.
Se queman. No importa cómo murieron. Siempre hay que destrozarles la cabeza.
Siempre. (Ibíd. 17)
La primera relación entre el
“monstruo” y el subalterno está dada por las propias marcas textuales, la
“turba” anarquista de ciudadanos que reclaman
por los niveles de violencia son paradójicamente, violentados por el
gobierno.
Inicialmente nadie sabe a qué se deben
los aumentos en los crímenes, pero los vecinos excluídos de la agenda oficial salen
a pelear a las calles y, según las primeras noticias son reprimidos también por
confundirse con los criminales.
De hecho el comunicado oficial señala
que estas manifestaciones de orden público deben ser reprimidas ferozmente sin
ningún tipo de contemplación, es decir, sin consideración “humanitaria”
alguna. A medida que la novela avanza el
marginado social se termina convirtiendo en una tipo aún más descalificado,
algo así como un “marginado” de su propia especie, un humano no tratado como
tal.
El discurso mediático es el primero en
afianzar este estereotipo, cosificando primero a las muchedumbres que reclaman,
sin nombrarlas y sin hacer mención a sus reclamos, sólo a la manera en que
deberán ser eliminadas en una especie de nuevo holocausto. Las noticias, sin
mucha premeditación, asignan a la muchedumbre nuevos rasgos estigmatizantes
aunque su propia incoherencia queda al descubierto al admitir que son sólo
hipótesis:
El caos se instaló en
casi todas las provinicias del territorio nacional. Las ciudades han colapsado.
La población de los principales centros urbanos está desbordada. Las rutas, todas
atascadas e imposible de transitar. Reportes de Rosario, Córdoba y Mendoza,
aseguran que los civiles estaráin saqueando los supermercados en masa. Otras
fuentes afirman que se atacan los unos a los otros sin motivo aparente. Crecen
los rumores sobre una peste altamente contagiosa de naturaleza desconocida.
Expertos afirman que se trataría de histeria masiva o psicosis colectiva. Lo
cierto es que no se ha podido tener ninguna información fidedigna que pruebe
alguna de estas versiones. Videos enviados a youtube muestran violencia y
asesinatos por todas partes. Pero nadie puede explicar nada (Ibíd. 20)
Acaso sea posible decir que algunas de
estas citas aluden al contexto donde surge la novela (2012) atravesado por los
conflictos entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y las emisoras
del Grupo Clarín al cual se le acusa formalmente de ocultar y tergiversar
información política a sus oyentes. De todos modos, el debate actual entre las
grandes corporaciones mediáticas y su influencia en la opinión pública es una
línea más de lectura que sugiere la novela.
Como respuesta prevista estos medios
aseguran que la comunidad pide “mano
dura” por parte del gobierno, ahora acéfalo, y una figura con un pasado
asociado a la causa de la tragedia militar en la fábrica de Río Tercero
organiza a los grupos militares para preparar la contraofensiva ante una
ofensiva poco clara caracterizada por la desesperación, pero también por el
silencio.
Un rasgo más que el subalterno
comparte con el elemento fantástico es el silencio: el “monstruo” que no
sabe/no puede defenderse a sí mismo, lo que ha dado dentro del género figuras
como las de Frankestein, monstruos incomprendidos por la sociedad victoriana en
crisis:
En la otra esquina, en
cambio, parecía haber más orden, al menos los dos atrulleros cruzados en la
calle y la vereda daban esa impresión. Sólo en ese momento me parcaté de que no
había una guardia de infantería con sus escudos de fibra de vidio sino que los
policías sostenían el avance de la muchedumbre con las mesas de plástico de los
bares. Habían aparecido de repente (o al menos hasta que sentí los disparos yo
no los noté) llamados por la urgencia, habían tenido que improvisar defensar
para contener el tumulto. La muchedumbre delante de ellos era silenciosa; se veía
a algunos heridos a juzgar por la sangre en sus rostros y vestimenta. En medio
de la incertidumbre, la multitud agolpada a mitad de cuadra se mantenía
expectante. Le siguieron unas explosiones aquí y allá. La gente reunida en
mitad de la cuadra permanecía en un silencio que fue más atemorizante que
cualquier grito o pedido de auxilio (Ibíd. 15).
Los
lexemas van preparando el terreno para lo fantástico desde el registro inserto
en la realidad hasta lo desconocido: el subalterno primero como “vecino enojado”,
después como “turba enrarecida” y finalmente como “germen de violencia, como
“infectado”, elemento enfermo de la sociedad que debe ser eliminado sin ninguna
compasión.
Entre las
filas de “enfermos” se cuentan representantes de las distintas clases sociales,
lo que los caracteriza es su contribución al caos social, pero el planteamiento
del conflicto permite relacionar la protesta social con la enfermedad. Es
decir, la del zombie como “agitador social” en posición de subalterno en relación
al gobierno, al resto de la sociedad que lo excluye como germen del mal, aunque
poco se sabe de sus motivaciones iniciales.
Por otro lado, el desigual
tratamiento de los sobrevivientes sugiere la crítica social cuando un grupo de éstos
trata de entrar al countrie “Las Delicias” y su acceso le es negado por los
militares. Los “pobres” del grupo prometen venganza –y la ejecutan- arrastrando
consigo al grupo de los zombies contra el personal que custodia el countrie,
esta vez el zombie se ha desplazado a un rol equivalente al del delincuente, el
criminal que es arrastrado por la
pobreza hasta infiltrarse en el seno de las clases pudientes.
¿Víctima o victimario? La
figura del monstruo como asocial genera gran atractivo en los mass media,
muchas veces incluso en un claro proceso identificatorio promovido por ciertas
huellas discursivas. Para Zaidman es natural que la clase popular sea
representada de manera monstruosa exacerbando su corporalidad frente al
discurso letrado que lo retoma como un “injerto” distante a sus códigos. Así el
pueblo es frecuentemente representado como el “hedor” latinoamericano al que
hace referencia Kusch, como el bárbaro dentro de la corriente civlizatoria que
encarna la novelística y ensayística del “salón literario” el siglo XIX.
Para Hannah Arendt, “el monstruo revela ser, sin embargo, la
víctima, ella es el exceso, el efecto siniestro de una ley sagrada o laica”.
Hannah Arendt ha rechazado el carácter monstruoso del victimario porque ha
visto en Adolf Eichmann a un hombre
mediocre, para luego “concluir que el genocidio no necesita
monstruos sino burócratas porque es en la norma, no en el sujeto, donde se
sostiene la maquinaria criminal del Estado (en Zaidman, 1999:22).
En la novela el zombie es
tan temible a veces como las acciones desaforadas del gobierno que, ante la
incapacidad de clasificar a tiempo a los enfermos “asusta” a los pocos
sobrevivientes con una crueldad premeditada, pero igualmente “terrorífica”. Acaso porque ya estén condenados de antes, es
decir, porque pese más la sospecha que la realidad lo que es común para con los
marginados sociales. Para Daroqui: “aquellas
personas consideradas responsables o culpables de un acto que supone una
sanción legal y/o moral carecen de derechos a la hora de tomar contacto con las
agencias de control social estatal, es decir, los autores de supuestas acciones
delictivas nunca son víctimas en el marco de las consecuencias de esas
acciones” (Daroqui, 2009:14).
La organización de las
“milicas” urbanas enfrenta a los zombies y al terrorismo de estado tratando de
encontrar la verdadera causa de la enfermedad, formando grupos solidarios
primero a través del contacto epistolar entre los diversos sobrevivientes que
luego se reúnen en el Chateau carreras.
En Villa Edén parecen
encontrar la respuesta o, al menos, un eslabón más de la verdad cuendo conocen
a Jeni y su gente: una muchacha humilde que asiste a sus vecinos diariamente en
un comedor. El asilamiento de este grupo de la violencia de las Ciudades parece
ser la panacea de la enfermedad, una especie de escenario utópico caracterizado
por su distancia a los males de las sociedades modernas, algo así como el “buen
salvaje” de Rousseau que puede redimir al hombre civilizado en tanto se
mantenga puro e ingenuo.
Por el contario, el precio
a pagar para el que pretende salir de su ensimismamiento parece ser muy alto.
Ante el pedido de respuesta de un civil
a un uniformado y su negativa a hacerlo, aquél refelxiona: “la protección, la seguridad, como siempre, tenía un precio. Antes se
accedía a ella con dinero, con status. Ahora era la subordinación” (Op.Cit. 70)
La novela prevé un futuro
que a la vez emula un pasado muy marcado en el imaginario de la sociedad
argentina, el menemismo caracterizado por la ciminalización de la protesta y a
la vez de la pobreza como signo naturalizado:
Es el
gobierno político hoy dominante de esta transformación el que impone
ideológicamente preferible “excluir” que “incluir”, no ciertamente porque se
fie de poder controlar socialmente todos los excedentes a través de la represión
penal y carcelaria, sino porque la respuesta dada por la criminalización de la
pobreza es simbólica y, por tanto, pedagógicamente coherente con la advertida
necesidad de afirmación de las nuevas virtudes neoliberales (Svampa, 2005: 78)
Lo fantástico opera aquí recuperando las subjetividades que los discursos sociales
construyen en torno a las marginalidades en el entorno que el lector califica
como “real”.
Pero se problematizan
esos discursos a través del fantástico, es más, utilizando al fantástico como
un eslabón más de lo real que permite dimensionarlo a través de la hipérbole,
de la metáfora, a través del uso que le da a las categorias y jerarquias sociales con roles
tradicionalmente impuestos y acaso “controlados” por quienes organizan la creencia
social.
La figura final del mártir, del cura redentor, nos dice
que el problema tal vez no esté en el enfermo sino en quien enferma o en quien
vive sin saber que ya está muerto…
Bibliografía:
Bawden y Koveck. Letra Muerta. Llanto de Mudo. 2012. Córdoba.
Daroqui. Alcira. "Muertes silenciadas: La eliminación de los "delincuentes". Ediciones del CCC. Buenos Aires. 2009.
Korol, Claudia
.Coord.(2009). Criminalización de la pobreza y de la protesta social. Editorial
El Colectivo. Buenos Aires.
Zaidman,E. "La interrogación" en Letrados lletrados. Ana María Zubieta Comp. 1999. Buenos Aires.
[1] Por
ejemplo, esta cita parece referirse en el contexto de ficción al periodista de
Canal Doce, Enrique Sdrech que conduce un programa sobre casos policiales en
canal trece: en el doce, que retransmitía
el trece de Capital Federal, el especialista en policiales explicaba el caso de
un tal Sosa, detenido ese mismo día, que había matado a su hermano de un mazazo
en la cabeza. El periodita insistía en un dato: el hombre afirmaba que su
hermano lo quiso atacar después de muerto…podría sonar loco. Pero los
enfermeros de la ambulancia privada, que estaban presentes, afirmaban lo mismo
(Bawden y Noveck, íbid. 12-13)
¿Cordobeses extraterrestres?
Se acuerdan de Distrito 9. Era una película sudafricana-neozelandesa de ciencia ficción que en 2010 fue dirigida por Neill Blomkamp, y producida por Peter Jackson, el que filmo la saga del Señor de los Anillos.
El film está ambientado en Johannesburgo en un ucrónico 2010, 28 años después de la llegada de una nave alienígena a la ciudad sudafricana. Más de dos décadas después del primer contacto, los extraterrestres conviven con humanos pero han sido ubicados en un gueto, el Distrito 9.
La película comienza como un documental. De esta forma el espectador conoce el trasfondo de la película: una gigantesca nave alienígena llegó a la Tierra en 1982 y permaneció suspendida sobre la ciudad de Johannesburgo, en Sudáfrica. Pasados varios meses sin que se observaran señales de vida y tras varias deliberaciones los humanos decidieron abrirse paso a través del blindaje de la nave para acceder al interior. Lo que allí se encontraron fue cerca de un millón de alienígenas desorientados y desnutridos. Al principio los extraterrestres recibieron ayuda humanitaria, pero con el tiempo se vieron obligados a vagar por la ciudad revolviendo en la basura y buscando comida. Los extraterrestres comenzaron también a robar y a cometer actos vandálicos en la ciudad para sobrevivir.
La población de Johannesburgo mostraba cada vez más rechazo hacia los alienígenas, y tras las quejas generalizadas se logró que fueran recluidos en un área militarizada llamada Distrito 9, donde los alienígenas vivian hacinados, prácticamente en guetos. Los propios pobladores de Johannesburgo se manifiestan totalmente xenófobos, discriminatorios y racistas. Algunos llegan a decir” hay que matarlos a todos”,”son vagos”, no laburan”, aparte “no son humanos, que hacen aquí, ”encima los tenemos que alimentar”.
El Distrito 9 era un campo de concentración de extraterrestres. No podían salir sin autorización, sin ser requisados y no podían ingresar a la ciudad. Si salían del Distrito podían ser exterminados de forma inmediata. Subalimentados desnutridos, comienzan a salir del gheto y se dedican a cometer todo acto de desmanes, como comer cubiertas de autos, robar comidas para gatos, ya que de eso se alimentaban.
Los extraterrestres, que recibieron numerosos nombres despectivos ("bichos" en español y "prawns" en inglés), sentían una enorme adicción por la comida de gato, por lo que tuvieron que vérselas con grupos criminales que se la conseguían. Puesto que entre los alienígenas y nativos se producían enfrentamientos constantemente se creó un clima- anti alienígena generalizado que recordaba a los tiempos del apartheid. Los expertos explican que la nave nodriza perdió su módulo de control, por lo que no está operativa, y opinan que los alienígenas eran perseguidos políticos en su propio planeta y habían huido del mismo como refugiados.
Se decide la reubicación de los os mismos en el Distrito 10 ubicado más lejos aún de la ciudad. La misma está a cargo de una empres privada, ya que el Estado no podía carecía de recursos para hacerlo..
Temas de racismo y la xenofobia son presentadas por la película, en forma de “especismo”, que le aplica a los alienígenas. El "especismo" se manifiesta a través de la palabra “langostino” para describir a los alienígenas, siendo una referencia para el langostino Parktown, una especie de rey cricket considerado una plaga en Sudáfrica.
El 3 D cordobés
Sin llegar a la rigidez del sistema de apartheid, no es menos cierto que algo de ello pude extrapolarse a nuestra Provincia y Ciudad. El hecho de la erradicación de las villas miserias a la periferia de la ciudad, ha convertido a dichos barrios en verdaderos guetos, donde sus habitantes deben trabajar, y realizar todos sus actividades en el mismo, y no pueden salir del mismo, so pena de ser controlados, demorados, y hasta detenidos por “merodeo”, figura totalmente inconstitucional del Código de Faltas, instrumento del Estado cordobés de control social.
Como dice María de los Ángeles Lasa, Licenciada en Relaciones Internacionales de la UCC, en el matutito Hoy Día Córdoba del 9-12-2013, “El gobernador Schiaretti en su momento (años 2007.-2008 culmino el proceso de relocalización de villas de emergencia ubicadas en la zona céntricas y peri-céntricas de la Ciudad de Córdoba y estaba inaugurando con bombos y platillos- no inocentemente- lo que habían decidido llamar Barrios-Ciudades” (…). Estos tenían todo lo necesario centros de salud, escuelas y dependencias policiales. Pero a poco de andar nos dimos cuenta que los barrios-ciudades tenían un objetivo bien concreto: ocultar a la pobreza visualmente, desvinculara en términos de presencia y, por macabro que suene, ghettificarla. Si, ghettificarla como a los judíos de Alemania o los afroamericanos en Estados Unidos; ghettificarla en términos simbólicos, en un territorio determinado –lejos de la ciudad- a la fuerza y reafirmando la tipificación racionalizadora que todas asumimos acríticamente: que son unos negros villeros, vagos y violentos, repletos de inmoralidad. Pero aquí surgía lo más espantoso: era el Estado –como aparato de clase- el gran productor y modelador de desigualdad y marginalidad futura”.
Ante la anomia del Estado, en virtud del paro y acuartelamiento ilegal de las fuerzas de seguridad, la ausencia del gobernador y la inoperancia de sus ministros, los habitantes de ese esos guetos que en el caso de nuestra ciudad y provincia no son extraterrestres sino cordobeses y de pura cepa, el fatídico Martes 3 D salieron a la calle a cometer todo tipo de desmanes, principalmente a robar todo lo que la publicad de una sociedad basada en el consumismo atroz, les niega en la realidad, al condenarlos al trabajo precario, la marginalidad y la vinculación con las traficantes de droga como modo de subsistencia ante la carencia de trabajo y perspectivas. Al tiempo no es descabellado pensar que la misma policía o un sector de ella, marginado de la corrupción, los utilizó como forma de presión, chantaje extorsión o lo que sea al gobierno para que haga concesiones favorables a sus peticiones de aumento salarial.
Los saqueadores, no son extraterrestres, son cordobeses, considerados públicamente como “negros de mierda”, “motochorros”, “vagos, “choripaneros, plandescansar” cuando en rigor de verdad expresan no una clase social, tampoco un sujeto histórico capaz de desatar un cambio, sino una salida individual a la crisis económica, social y cultural que vivimos, ante la carencia de un proyecto colectivo. Proyecto que sinceramente pensábamos que se estaba pergeñando a partir del 2003.
Ya en otras épocas fueron calificados como “orilleros”, chusma” “aluvión zoológico”, “cabecitas negras”, harapientos, “masa informe, de pasiones bestiales”. Los motes del desprecio conllevan con frecuencia, el sobrenombre animal o una connotación equivalente o sea, la reducción a lo instintivo, a lo meramente espontáneo. Esas fajas de seguridad puestas por los guardianes del pensamiento hegemónico, fueron asumidas por los plebeyos de este, nuestro suelo, como signos de identidad. Así, como dijo esa mujer, “..el insulto fue recogido y transformado en bandera de trabajo, de justicia y de paz….”.
Chusmas o descamisados venían a triturar una totalidad densa, a ampliar el campo social, económico y del pensamiento. A terminar con la democracia renga y la década infame, asumieron un papel en la política construyendo la argentina moderna.
Pero ahora estos cordobeses, de 2013, que algunos en su tecnicismo académico calificaron como “lumpen”-, carecen de ese contenido transformador, de esa intención, de mutación social. No son un sujeto social revulsivo que viene a cambiar la historia. Hay una violencia subterránea de esos cordobeses marginados, excluidos, amurados -sin que existan muros de ladrillos- que se veía incubando desde hace mucho tiempo. Se visibilizo y salto en cualquier dirección, en forma individual, porque carece de sentido de dirección. Y sobre todo de una teoría de cualquier tipo, reformista y menos aun revolucionaria. Ello también dio pie a la vuelta a discursos que pretenden aplicar políticas represivas, la Tolerancia Cero, el Derecho Penal de Enemigo, a lenguajes que creíamos superados, y desnudo un severo daño en nuestra sociedad, que no es capaz de dialogar y evidencia también el alto grado de irresponsabilidad e inoperancia de nuestros gobernantes. No se puede tampoco pretender licuar responsabilidades en la abstracta “sociedad”, sino que existen distintos niveles de la misma. La primera la del Jefe de Policía, luego la de la Ministra de Seguridad, la de la Vicegobernadora y la principal la del Gobernador.
Algunos hablan de un coctel explosivo, de narco escándalo, corrupción policial e inflación. Pero los atacados no fueron ninguno de las grandes firmas, empresas o supermercados que son los verdaderos formadores de precios, sino quienes sufrieron las pérdidas fueron los comerciantes, pequeños y medianos. Lamentamos profundamente el miedo de los “ciudadanos comunes” como se dice, de los empleados, los estudiantes y los obreros.
Entendemos la desesperación de saberse imponente, los daños materiales a propiedades privadas y públicas y los muertos de esa aciaga noche de anomia.
Lamentamos y nos da pena, mucha pena, los discursos que aparecieron de carácter xenófobo, racista y clasista, reclamando justicia por mano propia y virtuales linchamientos a estos “extraterrestres cordobeses”: los motochorros, Pero lo que más lamentamos es que muchas otra personas no serán violentadas solamente por un día, o noche, sino que padecen una violencia estructural y de toda una vida. Y es muy difícil que no la sigan sufriendo. Por eso el desafío, -mal que les pese a los que consideran la desigualdad como algo natural-, el desafío sigue siendo la igualdad. Una igualdad basada en el dialogo y como única forma de avanzar hacia la construcción de una democracia, real, social y participativa, y una de una sociedad más justa y más digna.
No se pretende con esto dar por terminado el debate. Al contrario es para iniciarlo. Para tratar de entender que paso.
Eduardo Alberto Planas
Mariana Valle: Comentario a "Letra Muerta: novela de zombies en Còrdoba"
Sobre finaditos y finados, sobre las ruinas de la Ciudad de Babilonia, desorden y caos social. Una lectura literaria al dìa que "Còrdoba se prendió fuego". Como ustedes sabrán, la obra literaria es un exponente excelente de las vivencias y
subjetividades sociales que coexisten en su seno aùn antes de ser "materializadas" en hechos concretos. Por eso el genial Arlt previò el derrocamiento infame de Yrigoyen, con toda su lógica cìnica -los acuerdos entre la xenófoba Liga Patriòtica y algunos disturbios fomentados por ellos mismos-. Por eso el gran Marechal previò el asesinato de Aramburu. Por eso la literatura habla antes que el televisor y con lenguajes no tan claros, pero ciertos.
Porque descubre el encubrimiento de los discursos políticos, masivos, la lógica exacta y nefasta de los torturadores. Còrdoba es una ciudad profundamente atravesada por la discriminación. Lo dicen los cuartetos (no lo inventan ni lo fomentan, lo muestran). Lo dice la melancolía de esta nueva camada de escritores. Lo demuestra la indiferencia hacia el arte en Còrdoba.
Leo una novela llamada "Letra Muerta", de Guillermo Bawden y Cezary Novek (Llanto de Mudo, editorial, 2012). Otra vez el tema de los zombies, pero zombies del tercer mundo.
Ambientada en una Còrdoba surcada por el "desborde gubernamental", el caos fomentado por años de indiferencia y bajo el mandato presidencial de Macri.
Así, de repente, un dìa aparece el síntoma (los zombies devorando todo alrededor), pero de un país enfermo de desidia e indifernecia al prójimo por varios años previos.
No es el prejuicio aséptico y aberrante del cliché yanqui, el tema del "zombie" como "extranjero".
No es el zombie como duplicación del terror que se pretende fomentar hacia los países pobres (el tema de la sangre extraña e impura del africano u oriental al que se pretende despojar de sus riquezas legitimando su criminalización constante).
No, son zombies cordobeses. Son pilas de muertos que se devoran nuestra ciudad, la ciudad que arde. Son excluidos que avanzan sobre la población de "niños bian" y otros pobres víctimas ocasionales.
"He leído lo que le ha pasado y no tengo que decirle a usted que el infierno está en la tierra. Estos son los días previos a la segunda venida del señor. Es nuestra oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados, de levantar una nación sana, vital, libre del crimen, de la suciedad, de la voracidad de los amorales"
-Letra Muerta, cap. 25-
Es la Ciudad de Babilonia en que Tejeda encontró el pecado y es la misma "Ciudad de Babilonia" (así la llama) del Negro Chetto. Una Córdoba, ciudad de pecadores, un infierno vivo. Pero los pecadores son sus gobernantes.
Los zombies del tercer mundo son los dictadores, los crueles, los tiranos, los que deshollan vivos a los pobres: les roban todo, hasta la dignidad.
Hoy màs que nunca al verlo a DE LA SOTA me di cuenta que el hombre es un cadáver. "No nos interesa si la amenaza procede del extranjero, de nuestras propias FFAA o del mismísimo Infierno. Cualquier disidente que amenace el bienestar de los argentinos será combatido hasta su aniquilación total. Sin excepción".
Los muertos andan caminando por Còrdoba. En una ciudad de saqueos y desmadres que son producto directo de la inequidad del gobierno provincial. Algunos medios sòlo parecen recordar a los pobres cuando se los quiere criminalizar. El chivo expiatorio de siempre.
Ojalà que un nuevo Eternauta -o Cordonauta- surja de entre las cenizas. Esto se llama : el desastre de la civilización. Son ellos los peligrosos. Son ellos los amorales. Son ellos los extranjeros de este pueblo que es de todos los que lo vivimos y respetamos. Son ellos, los muertos que dicen atrocidades y comentarios racistas por las radios. Los zombies no tienen sangre impura, son amorales, son frìos, son tiranos, son muertos que aùn reprimen. Sus cabezas huecas son producto de la banalidad del mal (Arendt) que los puso a marchar. Ellos son sòlo artífices de un mal mayor. Títeres de poderosos, de políticos, de cìnicos.
No cierren las puertas hoy, el mal ya està en nosotros. Para sobrevivir hay que erradicar la matriz que lo origino.
Es la Ciudad de Babilonia en que Tejeda encontró el pecado y es la misma "Ciudad de Babilonia" (así la llama) del Negro Chetto. Una Córdoba, ciudad de pecadores, un infierno vivo. Pero los pecadores son sus gobernantes.
Los zombies del tercer mundo son los dictadores, los crueles, los tiranos, los que deshollan vivos a los pobres: les roban todo, hasta la dignidad.
Hoy màs que nunca al verlo a DE LA SOTA me di cuenta que el hombre es un cadáver. "No nos interesa si la amenaza procede del extranjero, de nuestras propias FFAA o del mismísimo Infierno. Cualquier disidente que amenace el bienestar de los argentinos será combatido hasta su aniquilación total. Sin excepción".
Los muertos andan caminando por Còrdoba. En una ciudad de saqueos y desmadres que son producto directo de la inequidad del gobierno provincial. Algunos medios sòlo parecen recordar a los pobres cuando se los quiere criminalizar. El chivo expiatorio de siempre.
Ojalà que un nuevo Eternauta -o Cordonauta- surja de entre las cenizas. Esto se llama : el desastre de la civilización. Son ellos los peligrosos. Son ellos los amorales. Son ellos los extranjeros de este pueblo que es de todos los que lo vivimos y respetamos. Son ellos, los muertos que dicen atrocidades y comentarios racistas por las radios. Los zombies no tienen sangre impura, son amorales, son frìos, son tiranos, son muertos que aùn reprimen. Sus cabezas huecas son producto de la banalidad del mal (Arendt) que los puso a marchar. Ellos son sòlo artífices de un mal mayor. Títeres de poderosos, de políticos, de cìnicos.
No cierren las puertas hoy, el mal ya està en nosotros. Para sobrevivir hay que erradicar la matriz que lo origino.
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