lunes, 30 de diciembre de 2013

Cuando me muera quiero que me toquen.... Cuarteto! Historia de pibes cuarteteros





Denominación:

En 1943, las orquestas "características" (las que tocaban "de todo") tenían muchos integrantes encargados de tocar diversos instrumentos, pero ello encarecía el costo de las mismas, no sólo porque eran más para la repartija sino también porque ello hacía más difícil el traslado.

Cuando surge "La Leo", el primer grupo de "cuarteto" soló cuatro integrantes la conforman con sus cuatro instrumentos: Leonor Marzano (piano); Miguel Guelfo (acordeón) y Luis Cabrero (Violín) y también un cantante que hacía las veces de anunciante, Fernando Achával (voz).

Allí surge el término "cuarteto" como el más propicio para designar a ese nuevo género musical que surgiría casi por azar.

En la zona de inmigrantes rurales nace el género con reminiscencias de "paso doble"y "tarantela", que se hace único debido al compás del piano dado por Leonor Marzano (el tunga-tunga) a esos ritmos y el timbre del acordeón que le da su color o timbre especial. Tal es así que Jean Florine, -etnomusicóloga-, en su libro " Cuarteto Music and Dancing: In search of Tunga Tunga, certifica que realmente el gènero es único en el mundo por sus acordes.

La melodía "tipo" es lineal, repetida y sòlo conmocionada brevemente por ese piano de Leonor dándole acabado a cada segmento de notas con su "tunga tunga".
Los temas en un comienzo eran muy rudimentarios, facilitando el "tarareo" de los mismos con recursos onomatopéyicos.

Historia:

En la historia del cuarteto, podemos reconocer seis etapas:

1943-1955 Etapa fundacional y campesina, que luego tiene incidencia en provincias cercanas como Santa Fe, La Pampa y zona norte de Buenos Aires.

1956-1968 Etapa "suburbana" que liga su desarrollo a la ciudad con la pista de baile "El Negrito", lo que le da aún mayor popularidad y arraigo, sobre todo, en las clases populares sin poder adquisitivo para ir a bailes más caros.

1969-1973 Época de arraigo total, por medio de los carnavales en "Rieles Argentinos". El cuarteto es objeto de consumo de todas las clases sociales en Córdoba y tiene valor como "espectáculo familiar" que reúne a las diversas generaciones en su seno.
El "cuartetazo" coincide con el "Cordobazo" y muchos obreros y estudiantes toman al cuarteto como hecho social que vislumbra sus propios reclamos de equidad y justicia. El cuarteto, así, pasa a ser una bandera para muchos.

1974-1975 Difusión masiva a través de las radios y la televisión y hasta con programas propios. Carlos "La Mona" se hace conocido con el Cuarteto de Oro -antes era menos renombrado cuando estaba en el cuarteto Berna-.

1976-1981 Etapa oficialmente "anti-cuartetera", con temas censurados por La Dictadura y que acaso incidió en la "criminalización" de sus adeptos ya que se lo consideraba un baile "procaz y obsceno" (aún cuando antes había sido "familiar") e "incitador del delito", lo que también minó a otras formas populares como la cumbia en ascenso. (para màs información sobre la música cordobesa y la dictadura ver el CD de Mariano Medina para Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba). Los "cuarteteros de catacumbas" siguieron bailando a "escondidas" de la proscripción y acaso de sus mismos padres. Tal vez este período también sea incidente en el arraigo del cuarteto hacia sus adeptos jóvenes.

1982 hasta la fecha:  El "regreso" de los cuartetos a la escena masiva, sin censuras, no estuvo exento de problemas. En 1982, el director de Industria y Comercio de la Provincia de Córdoba encarnó la defensa institucional por el cuarteto hacia las radios que cometían "deseltad al público" al negarse a transmitir los cuartetos en sus frecuencias (Ver. Hepp, 1998: 82).
En 1988, Carlos Jiménez alza la voz en Cosquìn. Es el retorno de los cuartetos a la escena de los festivales populares. Alrededor de 20 mil personas pueblan los escasos asientos que que quedan ampliamente desbordados. El lema de aquél regreso fue "vuelve la alegría". En Córdoba, algunos comerciantes directamente cerraron sus negocios con el cartel "Me fui a Cosquìn".
Lamentablemente un episodio de violencia entre bandas de jóvenes opacó la fiesta y eso exacerbó más los ánimos de los que repudiaban al cuarteto.
A tal punto que La Mona interrumpió el recital ante el desmadre de los propios policías que amenazaban a jóvenes, ancianos y niños. "Vamos, ¿no ven que nos creen unos bárbaros?".

Para Hepp, las consignas "Civilización o Barbarie" ubicaban al rock inglés y al remixado  en la primera designación y al cuarteto en la segunda.`

Se apagaba así el telón de la tolerancia. Con los años del período menemista este hecho se afianzaría aún más.  Fomentado por la construcción de "barrios-ciudades" como "ghetos" de pobres. Con una disminución de la propuesta "cuartetera" en las radios y con canciones que se hicieron cada vez más  sociales. El término "cuartetero" vino a ser un sinónimo de "delincuente" para algunos.

Sin embargo, esto provocó alianzas con otros sectores musicales "criminalizados" por la dictadura, como el rock local o el folclore y ubicó al cuarteto en la lucha por la memoria y la dignidad de los oprimidos por razones políticas y sociales.  

El nuevo siglo encuentra al cuarteto en una zona de progresiva "institucionalización", los gobiernos locales lo legitiman permanentemente como hecho popular y hasta se valen de sus figuras para candidatearse. Sin embargo, poco se hace por mejorar realmente las condiciones de vida de esos "pobres" que escuchan cuartetos.
Algunas pautas legales como el Nuevo Código de Faltas y en especial "la ley de Merodeo" (que permite detenciones por pre-suntos rasgos sospechosos) vuelven a provocar la división social y el sufrimiento de las clases populares, en especial los jóvenes.

Ante la inusitada situación de "legitimación pública" y "discriminación interna", el cuarteto crece y forma alianzas e intercambios musicales con otros géneros como el reggaetón, la cumbia, el merengue, la salsa.

El "Rodrigazo" (pero musical) selló la emergencia del cuarteto en Buenos Aires. Tal vez era Rodrigo la figura más propicia para lograrlo: carilindo y rubio, era sin duda una figura más asimilable para algunos que cantantes como La Mona o Pelusa. Eso lo dicen los propios "moneros" que también tienen sus reservas para grupos como La Barra.

Todavía hay mucha tela para cortar con el cuarteto y esto es el primer vistazo nada más a un fenómeno cordobés y popular... único en el mundo.

Próximamente: Escaneado del libro "La Mona"...

Ver:

Hepp. Osvaldo. T. La soledad de los cuartetos. 1988. Editorial Letra. Córdoba.





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